Los babuinos que acosan y asaltan hembras tienen más probabilidades de aparearse con ellas, eso dice un nuevo estudio realizado por Elise Huchard, una zoóloga del Centro Nacional para Investigación Científica en Montpellier, Francia, quien junto con sus colegas examinaron durante 9 años a un grupo de babuinos (Papio ursinus) que habitan en el Parque Natural de Tsaobis en Namibia, al Suroeste de África.

Estos primates viven en grupos de docenas de machos y hembras. Las hembras se aparean con múltiples machos durante el año. Los machos luchan unos con otros para establecer su dominio. El macho más dominante tiene más oportunidades para encontrar una pareja y procrear.

Los machos rara vez forzan a las hembras para aparearse, pero después de años de observación, Huchard comenzó a notar una forma más sutil de coacción sexual. “Los machos frecuentemente persiguen y atacan a algunas hembras de su mismo grupo cuando conocen a otro grupo, y generalmente se enfocan en hembras sexualmente receptivas en tales ocasiones”, dijo la investigadora. “He invertido mucho tiempo estudiando la elección de pareja en las hembras, y mi impresión principal es que las hembras no tienen mucha cabida para expresar alguna preferencia”.

Cuando un estudio de 2007 mostró que los chimpancés machos algunas veces coaccionan hembras – persiguiéndolas y asaltándolas como un tipo de cortejo violento – Hurchard y sus colegas se preguntaron si los babuinos se comportarían de manera similar. Así que catalogaron meticulosamente las interacciones entre individuos que vivían en dos grupos.

Los machos frecuentemente perseguían, mordían, golpeaban, y rasguñaban a las hembras fértiles, pero no a las hembras embarazadas o lactando. Estos asaltos no eran seguidos inmediatamente por sexo, si no que semanas después, cuando era más probable que las hembras estuvieran ovulando, ellas se inclinaban más por aparearse con sus atacantes. Si un macho atacaba a una hembra fértil, tenía entre un 10% y 50% más probabilidad de aparearse con ella que los machos no agresivos.

No era que las hembras prefirieran machos agresivos en general, sino que se sentían atraídas específicamente por los machos que las acosaban. Los autores concluyeron que el comportamiento de los babuinos machos equivalía a intimidación sexual. Aunque los investigadores no saben precisamente por qué las hembras prefieren a sus acosadores, ellos especulan que las hembras podrían temer recibir más daño si se rehúsan.

El hecho que tal intimidación ha sido vista ahora tanto en babuinos como en chimpancés, sugiere que pudiera ser común en primates con estructuras sociales promiscuas y una diferencia pronunciada entre los tamaños de las hembras y los machos.

De manera controversial, Huchard argumenta que sus hallazgos podrían abrir la posibilidad de que la intimidación sexual humana pudiera tener una historia evolutiva.

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