Dianeth Pérez Arreola

El “lakenfeest” o fiesta de las sábanas tiene su origen –al menos en lo que al nombre se refiere- en la época en que Leiden tenía una próspera industria textil. Esa celebración se hace en la última semana de junio y no tiene nada que ver con sábanas.

En cuatro días se organizan paseos en bote, competencias de remo, un festival culinario, conciertos con artistas callejeros, mercado del arte y de curiosidades.

El centro de Leiden se anima durante esta fiesta. A ambos lados del canal que está atrás del edificio del ayuntamiento hay terrazas que permiten disfrutar del fugaz buen clima y disfrutar con la vista de las típicas edificaciones de ladrillo holandesas. Todos los locales tienen un espacio con mesas a la orilla del canal, y unos cuantos tienen una barcaza plana en el canal, ampliando así la zona de terrazas.

Solo Ámsterdam tiene más canales y puentes que Leiden, así que quienes poseen un bote pueden navegar en sus 28 kilómetros de canales y pasar debajo de sus 88 puentes.

Junto a la gran iglesia, en una corta pero amplia avenida, se instala el mercado de arte en el camellón central, a la sombra de los grandes árboles. Esa calle –como muchas del centro- no está pavimentada, sino empedrada, lo que le da un aire de nostalgia.

Afuera de la iglesia se lleva a cabo el festival de música, y su patio alberga también en otras épocas del año festivales de cerveza, música y comida.

El mercado de curiosidades es muy interesante. Se pone en la calle frente al ayuntamiento, y es como un sobre ruedas. Tienen abanicos de Indonesia, atrapa sueños americanos, máscaras africanas y recuerditos holandeses.

Hay una mesa llena de broches vintage con grandes piedras de colores y otro puesto dedicado exclusivamente a litografías de fauna, flora y mapas. Enseguida hay un señor que vende monedas para coleccionistas y junto a él, una señora con anuncios en lámina sobre vinos y café. Más allá hay un puesto con muchas muñecas, todas vestidas con ropa tejida a mano, accesorios para las mismas como cunitas o carreolas, y muchos juguetes.

Lo más raro es el puesto que vende mariposas disecadas. Unas enmarcadas en cuadros, y otras arregladas en grupos, posadas en ramas dentro de una campana de vidrio. En otra campana, el esqueleto de un murciélago colgando boca abajo. Un letrero aclara que solo trabajan con animales que encuentran ya muertos en la naturaleza.

Me doy una vuelta por la plaza donde es el festival culinario, que está a un par de horas de comenzar y está vacío excepto por el personal. Un coro ensaya una canción y por todas partes caminan jóvenes vestidos de tuxedo.

Leiden tiene el encanto de un pueblo pero con las ventajas que ofrece una ciudad. Es la casa de la universidad más antigua del país, fundada en 1575 y es también la ciudad natal de Rembrandt. Muy bien ubicada entre Ámsterdam y La Haya, es una ciudad interesante para visitar y no se diga para vivir.

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