Dianeth Pérez Arreola

Este lunes me tocó ir a cubrir la gira de Enrique Peña Nieto en el Valle de Mexicali. Toda una casualidad estar en mi tierra y que viniera el presidente. Primero fui a conocer a los manifestantes de Mexicali Resiste, quienes se oponen a la instalación de la cervecera Constellation Brands por el consumo tan grande de agua que requerirá su producción.

Caminamos bajo el sol abrazador –así como dice el corrido-, hasta las puertas de la empresa. Ahí Rigoberto Campos dio un discurso en defensa del agua y volvimos a caminar hasta la carretera. Estamos hablando de kilómetro y medio en total. De ahí fui a recoger mi acreditación y tuve que donar la cartulina que llevaba preparada por si no me acreditaban para ir al evento y me quedaba con los manifestantes.

Llegué justo a tiempo, pues habían recorrido el horario y el transporte estaba a punto de irse. Llegamos al ejido donde era el evento, nos bajamos, pasamos por un detector de metales, revisaron nuestras pertenencias –hasta ahí hubiera llegado mi cartulina contra Peña, que decía “5 años de corrupción e ineptitud”-, nos revisaron también a nosotros y luego de ahí nos llevaron en otro vehículo hasta el lugar del evento. Solo faltó que de ahí nos hubieran cruzado en lancha el canal para hacerlo más inaccesible.

Era un carpa con unas doscientas sillas, y tras el pódium colocaron maquinaria a manera de decoración, lo mismo una bomba que estuviera echando agua al canal y que apagaron al terminar el evento.

Peña Nieto llegó y se fue en helicóptero, y llegó y se fue repartiendo saludos y sonrisas, tomándose fotos como estrella de televisión, sabedor de que el evento estaba preparado para su lucimiento y sin riesgo de reclamaciones.

Fue bueno y extraño estar como prensa en mi tierra y con presidente de por medio. Ya no conozco a la mayoría de los representantes de medios de comunicación, pero pude saludar y platicar con algunos compañeros que ya andaban en activo cuando yo empecé, hace 23 años.

La última gira presidencial que cubrí fue también en Mexicali, con Ernesto Zedillo, hace ya bastante tiempo, pero no blindaban los eventos y los manifestantes contra el alto costo de las tarifas eléctricas sí pudieron acercarse y pedirle a gritos que bajara la luz –por supuesto sin ningún resultado-, en eso no han cambiado nuestros presidentes.

Tres horas en el Valle de Mexicali a la hora de más calor un día cualquiera de julio no es cualquier cosa.

Claro que los funcionarios que acompañaron a Peña se derretían a pesar de estar en la sombra y eso que la temperatura rondó los 40 grados, pudo haber sido mucho peor.

Los manifestantes no pudieron acercarse mucho al lugar, se quedaron a las orillas del ejido, a varias parcelas de distancia que ahogaron sus gritos de protesta, mientras Peña Nieto hablaba con la soltura y la confianza que da al saber que estaba en un evento a la medida de su miedo.

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