Dianeth Pérez Arreola/Colaboradora

Uso el diminutivo porque me refiero a los niños. En las escuelas holandesas no hay cooperativas escolares, y los maestros siempre echan un ojo a las loncheras de sus alumnos, revisando que no haya algún refrigerio con demasiada grasa o azúcar.

Las escuelas pueden tener horario continuo o no; esto quiere decir que en el primer caso los padres de familia pagan una cantidad para que sus hijos sean cuidados mientras comen en la escuela. El segundo caso requiere que los padres recojan a sus hijos y en 45 minutos vayan a casa, coman algo y regresen para continuar un par de horas más en el plantel.

Las recomendaciones son darles a los niños algo saludable de comer. Por lo general es una fruta y leche para la pausa de las diez de la mañana, y limonada, leche o agua y un sándwich para mediodía. Por supuesto que no se puede afirmar que no hay ningún niño gordo en Holanda, sí los hay, pero son muy pocos.

Dar la primer alerta corresponde a la escuela. Si el niño o la niña siempre lleva comida chatarra, como refresco, bolsitas de papas fritas o dulces, la escuela habla con los padres. Aquí el sobrepeso infantil casi adquiere el sinónimo de maltrato. Es un descuido de los padres que pagará el niño con problemas de salud de continuar alimentándose de esa manera, y se trata de corregirlo lo antes posible.

La segunda alerta son las visitas al médico familiar y las consultas de rutina a las que tienen que acudir todos los niños en Holanda de los 0 a los 16 años. Ahí se pesa y mide a los niños y se sigue en una gráfica su curva de crecimiento, viendo si está por arriba o abajo de la media y se dan consejos sobre nutrición a los padres.

Realmente son poquísimos los niños con sobrepeso, y el papel de la escuela es muy importante a la hora de resaltar la importancia de una buena alimentación. El verano pasado que estuve en México me sorprendió la cantidad de niños gordos que vi. El sistema mexicanos tampoco ayuda, pues muchas veces las cooperativas están en manos de los mismos maestros, y lo ultimo que les interesa es proveer opciones saludables a los niños.

Como referencia, la escuela donde van mis hijas, tendrá unos 700 alumnos y solo he visto una niña con sobrepeso. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en México 3 de cada 10 niños tienen obesidad infantil. Recientemente las autoridades de salud han empezado a tomar cartas en el asunto con campañas publicitarias para concientizar sobre los riesgos del sobrepeso. Estas campañas llegan con años de retraso, pues en México este problema ya tiene muchos años y la culpa en gran parte la tiene el consumo de refrescos, en la que también México figura en los primeros lugares.

Diabetes, hipertensión, colesterol y problemas cardiovasculares son algunas de las consecuencias de la obesidad infantil. La educación comienza en casa, pero solo un enfoque integral donde participen escuelas, anunciantes y el sector salud dará un mejor resultado.

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