Dianeth Pérez Arreola

Esta semana llegó Sinterklaas, el Santa Claus holandés, a Países Bajos. Su arribo es televisado a nivel nacional, y cada año eligen una ciudad distinta para darle la bienvenida. Este personaje viene acompañado de zwarte pieten o Pedros negros, sus ayudantes de color.

Hay un debate nacional desde hace años sobre si esta tradición es racista. Han desaparecido las grandes arracadas doradas y la enorme boca roja que tenían los zwarte pieten como una concesión a los nuevos tiempos. Ahora también hay pieten blancos que tienen tizne en la cara, porque se meten a dejar los regalos por la chimenea y se manchan.

Independientemente de las posturas que se tengan por el tema, no hay que olvidar que esta es una fiesta para los niños. Las protestas a favor y en contra de los zwarte piet se han salido de proporción este año. Los aficionados hooligans del equipo de futbol PSV Eindhoven se metieron a esta discusión y lanzaron huevos, latas de cerveza e insultos contra activistas que protestaban de forma pacífica contra lo que consideran una tradición racista.

En Leeuwarden, Groningen y Tilburg también se mezclaron los hooligans del fútbol en las protestas, y en Nijmegen los detractores de zwarte piet no pudieron salir a las calles debido a las numerosas amenazas recibidas.

El Ministro Presidente Mark Rute calificó a los agresores como antisociales y condenó el comportamiento de los hooligans, quienes se expresan con consignas racistas. El otro lado de la moneda es el alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum, en otro ejemplo de un tema que también se ha polarizado.

Las palabras expresadas por el político panista en contra de los miembros de la caravana de inmigrantes hondureños han azuzado a los xenofóbicos y se han tomado como un permiso para el odio y las agresiones.

La protesta contra los hondureños en Tijuana está en los diarios de todo el mundo. Hay muchas noticias falsas respecto a cosas dichas o hechas por los migrantes en su paso por México. Creerlas y/o compartirlas solo pone en evidencia nuestro pensamiento tan poco crítico y nuestro racismo. No se puede generalizar; no se vale decir que todos los de la caravana migrante son vagos y mariguanos cuando todavía no olvidamos que Donald Trump calificó a los mexicanos como criminales y violadores.

Quienes critican la ayuda a los inmigrantes y dicen que mejor se debería apoyar a los damnificados por las lluvias en Nayarit o a la población Tarahumara que padece hambre y frío, lo plantean de una manera mezquina. No es que no tengan razón en querer ayuda para otra gente que la necesita incluso con más urgencia; el problema es que al criticar un apoyo que ya se da y matizar esa crítica disfrazándola de nacionalismo mal entendido, lo único evidente que deja es la oposición a dicha ayuda.

Como dice una publicación en las redes sociales, la gente que se expresa así ni ayuda a los migrantes, ni ayuda a los damnificados, ni ayuda a los Tarahumaras. Es más fácil criticar que ayudar, pero el mundo no mejora con nuestras opiniones, sino con nuestras acciones.

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