Eduardo Navarro González

En la semana anterior, Nicolás Maduro, el que vio y escuchó en el canto de un pajarito un mensaje del más allá de su antecesor, el militar   Hugo Rafael Chávez Frías , ha asumido contra la voluntad mayoritaria de su pueblo un segundo mandato de seis años en la presidencia de Venezuela, un país rico convertido en pobre…

Es, por mucho, el dictador del momento en el orbe, mas cuando alrededor de la ruina en que tiene a millones de venezolanos juramenta una presidencia ilegitima ante un Tribunal Supremo de Justicia, no ante el Congreso que, se supone, es la instancia que representa a los ciudadanos.

En fin, el daño ya está hecho. El reelecto dictador con 56 años de edad cuenta con la benevolencia de algunos gobernantes cuyos países son distantes de lo que significa practicar una auténtica como legítima democracia, como Bolivia, Cuba, El Salvador, Nicaragua y delegados de otros países aliados como las poderosas potencias que son China y Rusia, cuyo origen político es de todos conocido.

Pero en el resto del mundo las cosas se ven diferentes porque descalifican y desconocen lo que es y representa Maduro para los venezolanos y por ahí, en medio, se coloca al gobierno de México y, por ende, muchos millones de mexicanos que son conocedores de las violaciones a los derechos humanos y civiles en Venezuela; y digo en medio porque bajo un injustificable “yo no me meto en asuntos de otros países” (la famosa no intervención plasmada en la política exterior mexicana), el gobierno de México decide la política del avestruz…y sus razones tendrá.

Quizá, dicen algunos analistas, buscando el gobierno de López Obrador no procrear enemigos en América y el resto del mundo como lo podrían ser los aliados de Maduro y menos cuando se ha forjado metas en la llamada 4ª Transformación que solo con el ánimo y apoyo de millones de mexicanos y alianzas extranjeras, podrían ser posibles.

Sin embargo, la no intervención de México acerca de Maduro y lo que causa en su pueblo deja en entredicho también la vocación natural de los mexicanos para rechazar en dichos y hechos a gobiernos que masacran a su pueblo, como ocurre precisamente en Venezuela.

Que la historia lo juzgue, entonces, “al del pajarito”…que las almas de los ejecutados y prisioneros políticos de por vida encuentren justicia en el Señor, Creador de todo cuanto existe y que mientras son peras o manzanas, México, el líder natural de los pueblos latinoamericanos “navegue de a muertito” en un viacrucis que comienza a repetirse…y a repetirse…y a repetirse, hasta que alguien, de algún modo, exhiba el genocidio, la cruel como inadmisible lucha contra el hambre, el desempleo y la muerte en un país que algún día fue extraordinariamente exitoso y rico y de repente, por obra y gracia de la dictadura chavista, está sumido en la miseria.

Por algo entonces la más reciente noticia es que la oposición venezolana apela a una reacción del Ejército venezolano con, quizá, más derramamiento de sangre y un futuro francamente desolador si es que usted, como el que esto escribe, se documenta de lo que realmente pasa en Venezuela. Cuestión de tiempo…

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