Eduardo Navarro González

Ahora que se puso de moda por la “cuarta transformación” perdonar pero no olvidar, no se escapó a la imaginación y retórica del presidente López Obrador la conquista que hace 500 años sufrieron nuestros antepasados de parte de la colonia española que, ya se aclaró, hizo y deshizo acompañada de más indígenas locales que de los suyos europeos de allá, de la Madre Patria que acuñan algunos.

Distractor o no de los problemas de fondo y forma que ocurren en México en lo social, económico y político, el perdón solicitado al Papa Francisco, como representante de la Iglesia Católica, así como a la monarquía española se siente a destiempo e impertinente más en forma que en fondo.

En ese contexto, el “perdone usted” a los mexicanos –haciendo valer la iniciativa lopezobradorista reciente– debiera extenderse no solo de extraños sino también de propios, es decir, de mexicanos que siendo civiles y/o servidores públicos, se han aprovechado del dinero y recursos del pueblo para enriquecerse ilícitamente y de esos, vaya que podrían llenarse las cárceles del país por ser copartícipes de la miseria en que viven millones de mexicanos –la gran mayoría indígenas– en la actualidad.

También tenemos a los gringos de antes y de ahora que debieran pedirnos perdón por literalmente robarnos medio territorio, asesinar a migrantes, explotar a otros y a los franceses que quisieron pero no pudieron invadirnos y que costaron muchas vidas mexicanas; al crimen organizado mundial que ha convertido el territorio nacional en el camposanto más grande de todos los tiempos en la historia de la humanidad…

…Y ya entrando en materia a muchos de dentro y fuera del país que históricamente y desde diversos espacios siembran, venden y compran mentiras para difundirlas como verdades y con ello confundir a la sociedad mexicana restándole ilegítima como inmoralmente su capacidad de acción y reflexión en su devenir cuando va o no a depositar su voto (el más valioso y sagrado componente de una democracia auténtica) en comicios libres de personajes que aspiran a puestos de elección popular.

En fin, pedir perdón a los mexicanos por lo que pasaron nuestros antepasados indígenas parece inviable cuando todavía México y España no eran siquiera países y menos cuando no se subsanan aún las ofensas y abusos a los mexicanos contemporáneos, si usted quiere desde antes, durante y después de las tres transformaciones que enlista en su agenda el presidente López Obrador.

Y para rematar, tratándose de un pueblo cuya mayoría es sensiblemente religioso, algunos sin saber cuántos mexicanos y sus familias resumen que nadie, en justa comprensión de la fragilidad humana, está en condiciones de pedir perdón y menos concederlo porque el Único que perdona, para quien tiene verdadera fe y esperanza, es el Creador. Pero ¿usted qué opina sin descalificar de ipso-facto la propuesta del Presidente?…

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