Eduardo Navarro González

En cualquier momento y lugar las personas suelen perder la cabeza en el sentido de reaccionar o hacer algo que a la postre resulta indeseable y de consecuencias incorregibles…

Para el caso un botón de muestra con el hombre de 63 años que murió a las horas de haber sido golpeado en la cara por el joven actor cubano Pablo Lyle en hechos ocurridos en Miami y cuyo proceso penal afronta en libertad mediante una fianza de cinco mil dólares porque al momento de su detención nadie esperaba la muerte del agredido…Así las cosas, el incidente de tránsito se convirtió en un homicidio con penalidad de pronóstico reservado.

Quienes vivimos en Mexicali recordamos que años atrás solíamos protagonizar actitud cortés entre automovilistas y más con peatones: Pase usted…no, primero usted…y así hasta que alguien reiniciaba la marcha y sanseacabó…hasta sonreìamos por la satisfacciòn de ceder el paso.

Pero hoy en día la pérdida de cabeza se multiplica exponencialmente entre los conductores de la capital bajacaliforniana, no así en Tijuana donde como en la Ciudad de México, la mayorìa sabe que es un verdadero peligro confrontar a alguien por un incidente de tránsito con riesgo de ser –literal—asesinado, más cuando allá andar armado es cosa de todos los días y lugares, como lo demuestran los aseguramientos de personas en posesión de armas de fuego.

Por eso, porque no vale la pena buscar pleito entre automovilistas y menos protagonizar una pelea que puede acabar en tragedia, tampoco es viable utilizar el automotor como arma para demostrar poderío, coraje o como usted quiera llamarle a quienes consideramos conductores (as) impertinentes como imprudentes.

Más vale en este caso de conflictos de tránsito ser pasivo. Reflexionar en que con los datos de la unidad es posible identificar al agresor (a), aunque si es “chocolate” està difìcil y menos cuando el causante huye, pero si hay “encuentro” con un buscapleitos ni salir de la unidad, mejor acaso tomar el celular y grabar en video o fotografía algo del perfil del agresor y el daño ocasionado.

En Mexicali –hay que entenderlo– estamos transformándonos en una “jungla” vial donde la paciencia y cortesía tiene que reivindicarse pese al tráfico desesperante que ocurre en algunos horarios “punta” y vialidades cuya programación de semáforos es simplemente ineficaz.

Creo que estamos en tiempo de reflexionar los propietarios de automotores del transporte público y/o privado, la necesidad de evitar conflictos porque nada bueno puede resultar cuando alguien por un incidente menor pierde la cabeza…

Igual con los peatones a quienes los conductores les debemos todo el respeto y consideración porque mire usted, si se le ocurre conducir rápido y furioso por las calles, el ahorro en tiempo no superará en cualquier distancia en la ciudad los cinco minutos; dicho en pocas palabras: no vale la pena…Y de eso, si se quiere convencer, hay muchísimos antecedentes en las estadísticas de la nota roja y nadie, creo, en sus cinco sentidos y sin perder la cabeza, quiere ser parte de ello. ¿O no?

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