Andrés A. Solis*

Fue la mañana del 7 de junio de 2015, hace casi cuatro años. El escenario era ese desayuno que sigue siendo una triste tradición en algunos estados y municipios donde quien gobierno aún se reúne con periodistas para reiterar su siempre incumplido compromiso de respetar a la prensa libre.

Aquel 7 de junio de 2015 el desayuno fue en Veracruz; el anfitrión era Javier Duarte de Ochoa, entonces aún era gobernador y dio uno de sus más lamentables discursos llamando en tres ocasiones a las y los periodistas reunidos a “portarse bien”.

Les pidió portarse bien, “porque sabemos quienes andan en malos pasos… todos sabemos quienes de alguna u otra manera tienen vinculación con estos grupos (criminales), pórtense bien porque vienen tiempos difíciles”.

Fue una amenaza velada en el estado que a lo largo del sexenio de Javier Duarte se convirtió en el más mortífero para el gremio.

Este lunes, en su homilía matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a engancharse en su pleito con periodistas. Sabemos que no trae pleito con todos y todas las periodistas, pero el presidente insiste en ofender a un sector de la prensa llamándole “fifí”.

Cree que puede ponerse creativo y pedirnos que revelemos nuestras fuentes. Se ofende porque un colega (muy de escenario) lo encara diciéndole que miente con sus cifras sobre criminalidad en el país.

En su homilía del lunes López Obrador abrió un nuevo frente en su pleito con periodistas y trajo al presente aquella velada amenaza lanzada por Javier Duarte en 2015.

Este lunes el presidente dijo: “Si ustedes se pasan, ya saben lo que sucede, ¿no? Pero no soy yo, es la gente; no es conmigo, es con los ciudadanos, que ya no son ciudadanos imaginarios”.

Estas palabras podrían ser una incitación, un llamado a aquellas personas que lo han seguido y le apoyan, a que reacciones de no buena manera en contra de periodistas que osen criticarle.

Así como en 2015 Javier Duarte se atrevió a acusar a priori a las y los periodistas de tener vínculos con el crimen organizado y que eran víctimas de la violencia, hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador hace creer que un o una periodista es profesional sólo si no le contradice, si no le cuestiona en sus conferencias matutinas, si no le critica en otros espacios y entonces quienes no estén de ese lado (como Reforma, como Jorge ramos, como Televisa y más), entonces merecen ser defenestrados públicamente y padecer el desprestigio en su nuevo cadalso llamado “sus benditas redes sociales”.

Hace apenas una semana parecía un exabrupto presidencial eso de “por qué no revelar las fuentes” y hoy se va de largo advirtiéndonos que “no nos pasemos”.

¿Que no nos pasemos de qué, señor presidente?

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PD. Y mientras el presidente lanza sus amenazas veladas, hasta el momento de terminar este texto, su administración no se ha pronunciado sobre el fallecimiento por negligencia de un colega periodista en Tamaulipas, quien estando encarcelado no fue atendido oportunamente ni trasladado a tiempo a un hospital. A ver si en alguna de sus mañaneras dice algo.

* Periodista. Autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de Buenas Prácticas para la Cobertura Informativa sobre Violencia”.

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