Conocí a Mariano Soto Cortez hace diez años. Fue vía telefónica la desafortunada manera en que supe de su existencia, pero desde ese momento supe que no andaba nada bien. Pero jamás me imaginé que sería usado como pretexto político por el aún gobernador Jaime Bonilla.

Resulta que en aquel entonces este personaje quien fuera asesinado con armas de las utilizadas por el crimen organizado hace un par de años en Tijuana, había tenido una relación sentimental a distancia con una persona que trabajaba en mi entonces equipo de noticias y a la fuerza insistía en mantener esa relación. No soy de meterme en la vida personal de mis compañeros de trabajo, pero la duda me saltó al ver que mi compañera se veía seriamente preocupada. Entonces me comentó que un sujeto desde Tijuana la amenazaba y amenazaba también con causarle daño a su familia si se resistía a volver con él.

Lógicamente que a mi compañera le preocupaba además que su familia se enterara de esto, así que le pedí que a la siguiente llamada amenazante que recibiera, me permitiera hablar con el amenazador.

Así sucedió. Tomé yo la llamada y le pedí a quien estaba del otro lado que por favor dejara las cosas así, que si mi compañera no quería nada ya con él, no veía el motivo por el cual insistiera tanto en forzar una relación. En respuesta recibí insultos y amenazas que incluían muerte y secuestro de su gente.

Como en ese momento desconocía quién era esta persona (hace diez años no era conocido Mariano Soto en las redes sociales…¡es más, ni redes sociales había!), decidí pedirle a un buen amigo que me acompañara al C4, para, con la ayuda de otro amigo, revisar la procedencia de esa llamada.

Lo que nunca me esperé fue que en el trayecto me llegara una llamada pero de otro número la que decidí responder. Se trataba de la voz de una persona de unos 60 años, con tono ranchero, hosco, quien me dijo que su hijastro le había pedido un “favor” para ajustar unas cuentas conmigo, pero que él al comunicarse con su gente de Mexicali -asumí entonces que él estaba en Tijuana también- le habían hablado de mí y que él había considerado que lo mejor optado proponerme que ahí dejáramos el asunto, que él hablaría con el hijo de la mujer que era su pareja, y que yo me dejara de preocupar, que no volvería a llamarle a mi trabajadora.

Me pidió “de hombre a hombre” que hasta ahí dejáramos la cosa y que esto no trascendiera. Lo acepté y así sucedió.

Con la extraña conversación guardada en una grabadora, llegamos al C4 a rastrear el número. Resultó ser un número de Nextel prepago.

Entonces optamos por acudir con otros amigos que en ese tiempo estaban comisionados al Grupo Antisecuestros de la (ex) Procuraduría General de Justicia del Estado. Entramos a la llamada Casa del Terror y ahí los encontré. Les platiqué lo que había sucedido a detalle y les puse la grabación de la conversación con el hombre misterioso.

Ambos se voltearon a ver y noté una ligera sonrisa de complicidad entre ellos. Entendí que esa voz era conocida para ambos. Pero traté de ser prudente. En ese ambiente policíaco hay cosas que a veces mejor no se preguntan.

Ante la cara de duda que seguramente tenía yo en ese momento, los agentes me cuestionaron si tenía algún problema personal con algún narcotraficante, que si le debía algo o si me había metido en alguna situación personal con alguien de este giro de negocios. Mi respuesta fue negativa a todas sus preguntas.

“¡Entonces no te preocupes, no va a pasar nada, ya olvídalo!”, se limitaron a decirme.

Diez años después, el domingo 4 de octubre del 2020, Mariano Soto, considerado por algunos como influencer, administrador de la página de Facebook Tijuana Sin Censura, fue asesinado por gatilleros a bordo de su automóvil. Él se encontraba cumpliendo una sentencia en libertad por el delito de extorsión.

Fue entonces, al subir la noticia enviada desde aquella ciudad, que mi ex compañera de trabajo me recordó aquella situación personal en la que yo había intervenido. “Era Mariano Soto el que me amenazaba”, me recordó.

Según aseguran personas cercanas al Jefe del Ejecutivo, este martes, al ver cercano el regreso de Arturo González Cruz a la Alcaldía de Tijuana, el gobernador Jaime Bonilla ha girado instrucciones a su compadre, el Fiscal General del Estado, para que reactive la investigación del homicidio de Mariano Soto, sobre todo la línea que señala al otra vez Presidente Municipal como autor intelectual del crimen. Fue el propio Bonilla quien señaló públicamente a González como participante del delito.

Por desgracia, las investigaciones hasta el momento señalan que hay muchas personas que pudieron tener un motivo para quitarle la vida, pero muy pocos indicios para dar con los verdaderos culpables.

Nunca supe quién era el padrastro que le apadrinaba en aquel entonces. Así las cosas.

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