Dianeth Pérez Arreola

Graciela Pérez, del colectivo Ciencia Forense Ciudadana, contó en la ceremonia donde recibió un premio de derechos humanos otorgado por el gobierno holandés hace dos años, cómo desapareció su hermano, sus sobrinos y su hija de trece años en una carretera en Tamaulipas cuando regresaban de Estados Unidos.

Es doloroso escuchar los detalles de lo que pasó con Graciela, con Lucía del colectivo El Solecito de Veracruz, con Diana de un colectivo del Estado de México y que es lo mismo que experimentan muchas otras mujeres. Primero las revictimizan al poner la denuncia al escuchar señalamientos que ponen en duda la honorabilidad de sus familiares. Luego sigue la indiferencia de las autoridades para investigar, asentar la información que dan la familia en el expediente y negarse a recibir a las madres quienes quieren saber el avance del caso.

Una profunda decepción en la justicia es lo que lleva a muchas mujeres a fundar colectivos. ¿Y qué tienen que ver los desaparecidos con los feminicidios? Que son las madres las que buscan y que también son mujeres en su mayoría quienes fundan e integran colectivos.

Esa impotencia ante los números que no dejan de crecer se ha transformado en rabia y en manifestaciones donde efectivamente ha habido daños materiales. ¿Y si fuera tu hija, tu hermana, tu esposa? ¿Y si comprobaras en carne propia cómo las autoridades no hacen nada? ¿Y si hubieran atrapado al asesino y las autoridades lo hubieran dejado libre como a Armando Otañez Merlos, asesino confeso de su novia embarazada? ¿No quisieras quemarlo todo?
El paro de mujeres no es una acción per se contra Andrés Manuel López Obrador; sabemos que la violencia contra las mujeres tiene muchos años de existencia y que los esfuerzos hechos hasta ahora y durante varios sexenios han sido insuficientes.

Pero sin duda se esperaba más de un gobierno de izquierdas. No se puede culpar eternamente al pasado sin hacer nada por cambiar el presente. La actitud y palabras del presidente sobre los feminicidios no han sido acertadas y su decálogo sobre la violencia contra las mujeres fue otro error al no contener acciones concretas, como anuncios de apertura de refugios, eficacia en los ministerios públicos, seguimiento efectivo de los casos y que éstos terminen en una condena. Recordemos que en México el 95 por ciento de los delitos quedan impunes.

El paro de mujeres tampoco debe ser visto como una acción de la derecha, pues las convocantes son feministas que apoyan causas como el derecho al aborto. Se equivocan quienes quieren llevar agua a su molino usando el paro de mujeres. Se equivoca también el gobierno que pide no politizar la protesta, pero desde ahí promueven un contra movimiento e invitan a portar un pañuelo blanco como señal de apoyo al presidente.

No se trata de ustedes, se trata de nosotras. Queremos acciones efectivas de prevención, protocolos sobre el manejo eficaz de tiempo y recursos en casos de desaparición, y justicia que termine en condenas en todos los casos de feminicidio.

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