En las últimas horas hemos atestiguado en vivo a través de transmisiones en redes sociodigitales, el drama que viven los migrantes hondureños que integran la primera caravana del 2021. Se reporta en medios de comunicación son entre 7 mil y 9 mil migrantes que impulsados por el miedo a vivir en su país caminan hacia el norte.

El miedo a la violencia e inseguridad pública, a la miseria, a un futuro cancelado, instiga a miles de mujeres y hombres adultos, muchos de ellos acompañados de niños y ancianos, a marchar rumbo a Estados Unidos, en la búsqueda del sueño americano, representado en los relatos del cine y la televisión, una y otra vez. O quizá como refiere un usuario de Twitter: “no van hacia el sueño americano, huyen de la pesadilla centraomericana”.

El encontronazo entre migrantes y fuerzas militares de Guatemala se colocó como tendencia en las redes a nivel internacional. Las imágenes y el audio original no necesitaron de la mediación periodística para capturar la atención de las audiencias. El discurso espontáneo y fluido de la acción social envuelve a las audiencias por la brutalidad del enfrentamiento entre unos dando pasitos cortos y otros dando garrotazos. Adultos indefensos detenidos con violencia. Niños llorando. Gente corriendo despavorida y gases lacrimógenos.

Los comentarios de los usuarios de redes y páginas periodísticas digitales están polarizados. De un lado los que defienden el libre tránsito como un derecho humano y asumen una postura solidaria; del otro lado quienes ven con recelo la llegada de miles de personas sin un control sanitario, en el marco de la pandemia por COVID-19 y que juzgan negativamente la entrada de manera ilegal a su país.

Es el miedo a los otros expresado a través del lenguaje. En las redes sociodigitales los usuarios encuentran el cobijo del anonimato. Es un espacio que por el distanciamiento físico e ideológico se imagina como irreal. Al estar solos frente a una pantalla, la libertad de opinión de muchos usuarios adopta la forma de expresiones racistas y xenofóbicas, a fin de cuentas no hay consecuencias aparentemente.

Como señala Nancy Baym, en su libro Personal connections in the digital age, cuando no somos vistos y podemos cerrar sesión con facilidad, cambiar el nombre de usuario en la pantalla, no tenemos que enfrentar las consecuencias de lo que hemos hecho público. Cuando las personas con las que interactuamos en el entorno on line no forman parte de nuestro círculo de conocidos y cuando usamos un nombre falso, nuestros comportamientos negativos no tendrán repercusiones en nuestra vida fuera de las pantallas -off line-.

Usuarios de redes en México comienzan a construir una imagen negativa de los migrantes hondureños. Sin sentido reflexivo, mucho menos solidario o empático. Expresiones como “Solo vienen a agravar más la situación y a sufrir…y no les gustan los frijoles”. “A México ya no pueden pasar…las fuerzas armadas deben garantizar nuestra soberanía mediante el respeto al territorio nacional”. “No hay condiciones en México para recibir esta gente que además deja un cochinero por donde pasan”. “Son una lacra”. “No son migrantes, alguien está detrás de ellos”.

En el contexto fronterizo aún no cobra relevancia esta caravana en las agendas mediática ni política, pero, esa realidad no es muy lejana. ¿Qué tipo de tratamiento periodístico veremos en torno a este fenómeno social? ¿Cuál será la narrativa del gobierno bajacaliforniano, que está a unos meses de concluir? ¿Cuáles serán las posturas de las y los candidatos a la gubernatura acerca de la caravana?

El tiempo de pandemia, el cambio de gobierno en los Estados Unidos, las elecciones en México, específicamente, en esta frontera bajacaliforniana, son un marco que da un sentido interpretativo distinto a esta nueva caravana migrante, la primera del 2021.

 

*[No. 18/2021]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.

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