Eduardo Navarro González
Coyunturalmente, el pasado miércoles 22 decenas de padres de familia de 50 menores que padecen cáncer y no tienen a su alcance medicinas en tiempo y forma del Sector Salud, se manifestaron violentamente en el aeropuerto de la Ciudad de México y en momentos en que las autoridades inician acciones preventivas acerca de un variante de los coronavirus que ha provocado alertas en China y en otras partes del mundo…
Hay más, muchas más enfermedades que ponen en riesgo la salud de las personas como el H1N1 que en años anteriores causó histeria y pánico en México no solo por la amenaza mortal sino por la descuidada forma en que este problema fue tratado por el gobierno federal y la incapacidad e inexperiencia en hospitales privados y públicos para su oportuno tratamiento; también está el famoso Zika, el Chikungunya o el dengue cuya transmisión es por piquete de moscos, o que le parece la amiba de la vida libre que radica en aguas sucias en Mexicali y con saldo letal escalofriante y ni cómo evitar más muertes…
Esto no es exageración ya que ciertamente algunos medios de comunicación tratan los temas de salud con objetividad y profesionalismo, como el caso del “nuevo” coronavirus “bombardeando” –literalmente– a sus receptores con nutrida información preventiva para que todos y cada uno de los que pueden y saben, asuman las medidas pertinentes y protejan a los frágiles y débiles de su entorno.
El caso es que, para como están las experiencias en México y en no pocas partes del mundo en relación a las enfermedades que matan –incluido el cáncer–, está científicamente comprobado que en la mayoría de los casos se combaten de manera impropia y corresponde, repito, a los que pueden y saben de los riesgos, asumir las medidas necesarias menores y mayores por una simple y sencilla razón: porque sin la atención pertinente y adecuada puede ocurrir un desenlace indeseable.
En algunos aeropuertos de China, por ejemplo, toman la temperatura de la gente en tránsito en menos de 5 segundos y el uso de “cubrebocas” se generaliza tanto que se agotó su existencia en diversos sitios del gigante asiático; no se diga en su ciudad de Wuhan, donde dicen comenzó el contagio del coronavirus al parecer a cerca de 100 mil y causando decenas de muertos…ahí la prevención es extrema, con mas de 11 millones de habitantes las autoridades prohíben la entrada y salida a todos o para que mejor se entienda, TODOS están cautivos mientras se construye en tan solo una semana y en el epicentro de la epidemia un hospital con capacidad para un mil pacientes…
Sin embargo, en México, que es lo que nos interesa, la cosa es distinta: aquí hay especial esmero de las autoridades federales en señalar que no debe haber pánico, que las autoridades de Salud están preparadas (¿?) para atender el “nuevo” coronavirus cuando no hay vacuna efectiva disponible…apenas se está explorando cómo atenuar los efectos primarios como tos, fatiga y fiebre, luego sobreviene la falta de aliento y finalmente un síndrome de complicación respiratoria aguda…No. En Mèxico solo recomiendan: “…lavarse las manos continuamente, cubrirse al estornudar o toser como cuando hay temporada de frío con enfermedades como la influenza (sic) y en voz del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell: “es importante informar de manera transparente sobre lo que pudiera identificarse en el país, así como no generar alarmismo y apegarse a la realidad”.
Bueno, pues si los mexicanos nos atenemos a esas posturas donde no tienen, no quieren o no saben cómo tratar oportunamente a los enfermos de cáncer y la triste realidad de que NO EXISTE TRATAMIENTO PARA TRATAR EL CORONAVIRUS, que EL PERIODO DE DURACIÒN DE ESTA ENFERMEDAD NO SE HA CALCULADO, que su propagación se identifica en Vietnam, Francia, Camboya, Nepal, Tailandia, Malasia, Singapur, Macao, Hong Kong, Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, Taiwán, Australia, China (ésta con casi 3,000 afectados identificados) y la cuenta sigue…es importante para usted, para el que esto escribe y para quien quiera hacer lo propio, cuidarse y cuidar al prójimo de la menor manera posible. A buen entendedor, pues, pocas palabras. ¿O no?
