Eduardo Navarro González

Dicen los que saben que en el ser humano son importantes la actitud y la aptitud, pero cuando hay más evidencias de la primera los resultados son mejores en su quehacer, sobre todo porque si bien podría no tener amplio conocimiento de lo que hace, sí hay esmero en mejorar y esforzarse en el cumplimiento de sus objetivos.

En ese orden de ideas y en medio de la crisis sanitaria que impone la nueva realidad del Coronavirus, está claro que nuestra presidenta municipal, Marina del Pilar Ávila Olmeda, refleja actitud singular y, sobre todo, con sentido humano si consideramos, entre otras cosas, lo siguiente: Ha establecido como ningún otro alcalde bajacaliforniano estrictos límites a paseantes y visitantes que no tienen nada esencial qué hacer en la ciudad, valle o puerto de San Felipe, obligando a cientos de ellos a regresar a sus lugares de origen y con ello ser congruente con la sana distancia y confinamiento que como autoridad pide a los mexicalenses.

Meses atrás también dispuso instalar túneles sanitizadores que fueron retirados por criterios ajenos a su voluntad (pero útiles en otras latitudes del mundo); ordenó habilitar lavamanos móviles que desafortunadamente fueron vandalizados y encabezó acciones para la sanitización de calles y espacios públicos de alto riesgo. También producto de su actitud ha recibido donaciones de alimentos para cientos de familias en situación frágil, ha coadyuvado en apoyos para los heroicos trabajadores del Sector Salud y entregado aportaciones para la protección de los servidores públicos que, bajo su mando, se arriesgan a diario para cumplir responsabilidades en beneficio de la sociedad, de nadie más.

Cómo no tener presente en este recuento la singular inversión de más de 300 millones de pesos en el Programa de Pavimentación y Bacheo que representa quizá la obra insignia de este primer año de gestión municipal al impactar positivamente la calidad de aire que todos respiramos, agiliza servicios de seguridad, transporte y protección civil, aumenta la plusvalía de bienes inmuebles y transforma la imagen de la infraestructura urbana.

En fin, hay más que evaluar del estilo de gobierno de Marina y su equipo de colaboradores, pero su liderazgo y actitud para privilegiar aspectos que contribuyen a la salud y mejor calidad de vida de los mexicalenses es un valor que aquí y en cualquier parte del mundo se aprecia y se reconoce.

Si hay duda o cuestionamiento al respecto, valga conocer resultados de la encuesta reciente de la firma Caudae-Estrategias donde Marina se ubica en el 12º lugar de 55 alcaldes evaluados (en el ámbito de su competencia) en relación a su desempeño contra el COVID-19, de tal suerte que del partido MORENA, Marina es la segunda autoridad municipal mejor evaluada en el país; el de Tijuana, Arturo González Cruz, aparece en un lejano 30º lugar mientras que los alcaldes de Ensenada, Tecate y Playas de Rosarito, nomás no aparecen en esta lista…

Lo que sigue es apoyar sus decisiones para que la reactivación sea pertinente, no laxa como ocurre en otras partes de México y el extranjero que dan mayor importancia al factor económico que evitar más contagios y hogares enlutados si se considera que bajo las condiciones actuales –en todo sentido– el riesgo de enfermar equivale a seguir jugando a la ruleta rusa.

En suma, muy bien Presidenta por su humana actitud, porque favorece lo mejor para lo más preciado de la existencia de los mexicalenses: su salud, independientemente de la danza de frías cifras oficiales y extraoficiales de contagios, muertes y su correlación por cada 100 mil o un millón de habitantes aquí o en China. ¿O no?

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