Cuando por fin aparece una luz en el túnel del dolor y muerte por el COVID-19 ante la próxima llegada de vacunas a México, me entero del lamentable fallecimiento de mi estimado don Manuel Ramos Saldamando, periodista y locutor muy querido y conocido en la capital y el mundo del deporte en la región.

El ocaso de su vida ocurrió este miércoles y, como en otros casos de colegas del oficio, duele se pierda otra vida constructiva, propositiva, luchona y ejemplar en el servicio a la sociedad.

A sus familiares y amistades mi pésame acompañado de oraciones para el eterno descanso de don Manuel, siempre profesional y respetuoso con sus contrapartes. El, como don Augusto Hernández Bermúdez (Q.E.P.D. hace más de ocho años), dejan huellas imborrables y seguramente insuperables para quienes tienen el privilegio de tener en sus manos un micrófono de radio con señal abierta y otros menesteres del periodismo y locución que lucieron a raudales…

Así, en este viacrucis pandémico que sigue apagando vidas, la vox populi, el pueblo, sociedad o como quiera usted llamarle, tiene la imperiosa necesidad de entrar en conciencia personal y social para cuidarse y cuidar a los demás del pavoroso contagio, porque dependiendo de la fortaleza de cada cuerpo reside la posibilidad de vivir o morir, sin subestimar las atenciones tempranas que siempre son útiles pero escasean para quienes viven en pobreza.

Por eso y ante el exhorto extremo que la Organización Mundial de la Salud envía a todos los mexicanos, en especial a los líderes para que prediquen con el ejemplo en cuanto a tomar en serio las medidas preventivas para romper la cadena de contagios; dicho de otra manera, hay que  hacer lo propio porque nada ocurrirá a nuestro favor si no es por voluntad propia.

Es momento, entonces, de recapacitar y aunque por razones de sobrevivencia hay que socializar, trabajar, etc., debemos cuidarnos al máximo aún cuando ya se anuncia que para este diciembre llegue el primer lote de vacunas que serán dirigidas al personal de salud con justa y necesaria razón ya que, hay que admitirlo, no son pocos los que han muerto en cumplimiento de su deber y siguen ahí, en no pocos casos heroicos y con medios austeros tratando de salvar miles de vidas que se multiplican indeseablemente en los hospitales del país.

Luego llegarán las vacunas para los mexicanos enfermos que son extraordinariamente frágiles al Covid, quizá al concluir el primer tercio del 2021 y en un tiempo sin pronosticar al resto de la población, lo que implica suponer que todo el 2021 será campaña de vacunación y espera de efectos positivos para que a principios de 2022 se reduzcan las escalofriantes estadísticas de contagios y muertes.

Mientras, hay que concientizar que las fiestas decembrinas no pueden ni deben ser  como antes; hay que guardar distancia a menos que a alguien le importe poco pasar del entusiasta saludo…al triste funeral aunque haya “apoyo” gubernamental a deudos de vìctimas de covid equivalente a 11 mil 500 pesos que en sesudas opiniones serìan màs ùtiles para procurar medicamentos a quienes apenas inician el viacrucis de la enfermedad y en razòn de quièn sabe què premisa mèdica son enviados a casa con riesgo de multiplicar contagios a cercanos y èstos a otros esperando desenlaces graves que les permitan hospitalizaciòn si corren con suerte porque los espacios se abrevian precisamente por falta de seriedad en las medidas preventivas como alza la voz la OMS. ¿O no?

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