Eduardo Navarro González

Años atrás, cuando todavía no estaba de moda el Sistema Penal Adversarial, recuerdo que en la “reporteada” policíaca de personas desaparecidas y que tiempo después “aparecían” como por arte de magia, las autoridades encargadas de su búsqueda informaban a la prensa las causas reales de buen número de ausencias no por morbo, sino para evidenciar que muchos de los casos fueron falsas alarmas, que sólo se trataba de “pecadillos” en que incurrían las supuestas víctimas de ambos sexos y cualquier edad.

Así se podía conocer públicamente el número de infantes, jóvenes o adultos que practicaban actitudes nada apropiadas porque simplemente se “desconectaban” de la familia y/o amistades para irse de “parranda” o de “fuga” amorosa, por citar solo dos ejemplos de la variedad de formas en que las personas suelen ausentarse por corto o largo tiempo sin causa justificada.

Esa información, la que revelaba las verdaderas causas de la “desaparición” y luego “aparición” de personas en donde usted quiera y mande a lo largo y ancho del país, inducía a la sociedad organizada y autoridades a trabajar intensamente en una cultura preventiva que se orientaba más a que TODOS FUERAN MAS RESPONSABLES y se aseguraran de mantener informados a los suyos con quién, cuándo y dónde andaban en tránsito, nomas para no “preocuparse”…

Pero los tiempos cambiaron: el Sistema Penal vigente parece acallar por ley a las autoridades para divulgar las causas que motivan una “desaparición” y luego “aparición” de individuos y con ello dejar vigente y robusta la percepción de inseguridad, mientras los involucrados por pena o vergüenza tratan de mantener secrecía de su ausencia.

Ahí está el caso de “Karen”, mujer treintañera que vive en la Ciudad de México y que alertó por la noche del pasado día tres a medio mundo al mandar un mensaje por whatsapp en el sentido de que viajaba en un taxi conducido por “un señor que se ve bien sospechoso y grosero”… lo que alertó a los familiares, su caso se “viralizò” en redes hasta que 14 horas después la joven apareció ¡en otro taxi! a las puertas de su hogar y nadie supo nada, sólo el dicho de un familiar en el sentido de que la mujer llegó en “estado de shock”… punto. Luego se supo que en realidad, durante esas 14 horas, la mujer andaba en un bar y con distintas compañías varoniles, ni siquiera se conoció la razón de su estancia en tan cuestionable antro.

Por eso y sin quitarle importancia al altísimo número de desaparecidos reales en México, creo importante retomar la imperiosa necesidad de que TODOS estemos conectados en tiempo, forma y lugar gracias a las benditas y a veces malditas redes, pero más importante es que las autoridades informen –no en detalle pero sí genéricamente a la sociedad– cuál es el verdadero número de desaparecidos (as) y cuántas fueron falsas denuncias porque a las supuestas víctimas simple y llanamente les importó un cacahuate ausentarse y no informar a sus cercanos…

…Digo, para ser realistas cuando menos en el manejo de la estadística de desapariciones porque de que hay personas como Karen…las hay y no es justo ni práctico que la sociedad se alarme y active en vano y menos que las autoridades destinen decenas o cientos de agentes para buscar a alguien que se ausenta a propósito, con total desfachatez, descaro e insolencia…ufff… ¿O no?

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