Putin ha traspasado el punto sin retorno. Rusia comenzó a bombardear a bombardear Ucrania esta madrugada, lo que ha sido calificada como una operación militar especial, por el presidente ruso. Tras el inicio de los ataques, el Kremlin anunció que habrá fuertes consecuencias para países que se atrevan a intervenir.

Mientras tanto, los esfuerzos de la Unión Europea y de Estados Unidos para que Vladimir Putin desistiera del ataque, mediante la imposición de sanciones económicas, resultaron infructuosos.

Horas antes del inicio del fuego cruzado, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenzky había advertido de un inminente ataque y urgió a sus connacionales que viven en Rusia a abandonar el país cuanto antes, por el riesgo que corren al permanecer ahí.

Tras una primera ronda de negociaciones hace unas semanas, los aliados no lograron evitar que iniciara el conflicto armado, mientras que a estas alturas nadie se atreve a especular si es el inicio de una guerra en Europa.

El ataque de Rusia contra Ucrania tantas veces anticipado por Estados Unidos ha tenido lugar esta noche, sin que ninguno de los avisos o advertencia de Washington lo haya podido impedir, en plena reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, cuya presidencia de turno la ocupa la propia Rusia. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha acusado a Vladímir Putin de haber llevado a cabo un “ataque injustificado y sin provocación” contra el pueblo ucranio y ha alertado de las consecuencias “catastróficas” que supondrá.

“El presidente Putin ha comenzado una guerra premeditada que provocará pérdidas catastróficas en vidas y en sufrimiento humano. Solo Rusia es responsable por la muerte y la destrucción que este ataque supondrá y Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de un modo decisivo. El mundo hará que Rusia rinda cuentas”, ha afirmado el demócrata en un comunicado enviado esta noche, pocos minutos después del anuncio del presidente ruso.

Biden, que vivió como vicepresidente de Barack Obama el conflicto y posterior anexión ilegal de la península de Crimea por parte de Rusia, en 2014, asiste ahora como comandante en jefe a un desafío aún mayor por parte del Kremlin, al conflicto más grave desde el fin de la Guerra Fría.

Washington ha cambiado su estrategia respecto a ocho años atrás: ha hecho pública una cantidad inusual de información de inteligencia destinada a exponer a Putin, cortarle el paso en sus planes y unir a las potencias aliadas en un frente común. Ha conseguido esto último pero, para frustración de Occidente, el dirigente ruso no ha vacilado en seguir el guion, paso por paso, del que Estados Unidos había advertido.

El presidente de Estados Unidos, que seguirá los acontecimientos desde la Casa Blanca, se reunirá este jueves por la mañana con el grupo de potencias del G-7 y se dirigirá al pueblo estadounidense para anunciar “más medidas” que Estados unidos y los aliados occidentales impondrán a Moscú por este “innecesario acto de agresión contra Ucrania y contra la paz global y la seguridad”. “Nos coordinaremos con nuestros aliados de la OTAN para garantizar una respuesta fuerte y unida que disuada cualquier agresión contra la Alianza. Esta noche, Jill y yo oramos por el pueblo valiente y orgulloso de Ucrania”, ha remachado en su comunicado.

Poco después ha hablado por teléfono con el presidente ucranio, Volodímir Zelensky, a quien avanzó que este jueves tanto Estados Unidos como los aliados impondrá nuevas sanciones “severas” contra Rusia. Biden ha condenado en esa charla la agresión “injustificada y no provocada” de Rusia, ha avanzado a Zelensky los siguientes pasos a dar y ha garantizado que este jueves se aprobarán nuevas y “severas” sanciones contra Rusia, según el comunicado de la Casa Blanca.

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