El artista mexicano José Luis Cuevas falleció este lunes por la tarde en Ciudad de México. Pintor además de escultor, grabadista y escritor, fue uno de los primeros pinceles en alzarse contra el omnipresente muralismo, costumbrista y político, que hegemonizó el arte mexicano hasta mediados del siglo pasado, de acuerdo a lo escrito por el diario El País. Junto a Vicente Rojo, Manuel Felguérez y Juan García Ponce abanderó la llamada Generación de la Ruptura.

Con una formación heterodoxa y en gran parte autodidacta, su primer latigazo para matar a los padres fue La cortina de nopal: un artículo escrito con 17 años –en 1951– contra el estilo folklorizante, ideologizado y de “una alegría juguetona” de los muralistas. Su manifiesto temprano, la marca del nuevo enfant terrible, estaba especialmente dedicado al estalinista David Alfaro Siqueiros, que algunos años antes había decretado que en el arte mexicano no existía “más ruta que la nuestra”. En 1967, Cuevas llevó a la práctica el texto a través de un mural efímero. Lo hizo en el epicentro contracultural de la Ciudad de México de entonces, en el corazón de la Zona Rosa, cuyo magnetismo él mismo contribuyó a cimentar. La obra se convirtió en un acontecimiento. Al concluir el mes de exhibición el mural fue destruido. El medio es el mensaje.

Autorretratos, apuntes del natural, prostitutas, monstruos, locos, infiernos, cadáveres, series sobre Kafka, Sade, Quevedo, Picasso, la obra de Cuevas trascendía lo figurativo –abandonó los contornos delimitados, la perspectiva, la armonía formal– y sus motivos sobrepasaban lo mexicano. “Mi sentido de angustia es español”, declaró el autor en 1998 durante una retrospectiva sobre su trabajo en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid.

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