MORELIA, MICHOACÁN. En plena celebración del Día de Muertos, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, fue atacado a balazos la noche del sábado en la plaza principal del municipio. El hecho ocurrió mientras se realizaba el tradicional festival de la vela, al que asistían cientos de personas.
El presidente municipal fue trasladado de emergencia a un hospital, donde murió minutos más tarde a causa de las heridas. De acuerdo con el Gabinete de Seguridad federal, uno de los presuntos atacantes fue abatido y dos más fueron detenidos.
Carlos Manzo, alcalde independiente, había sido un crítico constante del avance del crimen organizado en la región y en los últimos meses pidió mayor apoyo de los gobiernos estatal y federal. Su asesinato se convierte en el sexto de un alcalde en México durante este año, y el tercero en Michoacán, donde la violencia ligada a grupos criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Viagra ha ido en aumento.

El municipio de Uruapan, con más de 350 mil habitantes, es uno de los principales centros productores de aguacate en el país, una actividad económica que ha sido blanco frecuente de extorsiones y amenazas. Manzo había advertido en varias ocasiones sobre los riesgos que enfrentaban los productores y llegó a declarar que no quería ser “otro más de los ejecutados”.
Tras el ataque, la presidenta Claudia Sheinbaum condenó el crimen y expresó sus condolencias a la familia del alcalde y al pueblo de Uruapan. “Estos hechos tan lamentables nos impulsan a fortalecer aún más la estrategia de seguridad. Reafirmamos nuestro compromiso de alcanzar la paz y la justicia con cero impunidad”, señaló.
Por su parte, el secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch, informó que Manzo contaba con protección desde diciembre de 2024 y un refuerzo adicional desde mayo. Explicó que los agresores aprovecharon la vulnerabilidad del evento público para atacar y que las investigaciones continúan.








El gobernador de Michoacán, Alfredo Bedolla, también condenó el atentado y aseguró que las corporaciones estatales y federales trabajan de manera conjunta para esclarecer los hechos.
El asesinato de Carlos Manzo interrumpió una noche que debía ser de fiesta y tradición.
Crimen en Michoacán pone en jaque la estrategia de seguridad del Gobierno federal
Los recientes asesinatos del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y del líder limonero Bernardo Bravo, han evidenciado la fragilidad de la estrategia de seguridad del Gobierno de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, que enfrenta una de sus semanas más críticas desde que asumió la presidencia.

El crimen organizado ha recrudecido su ofensiva en Michoacán, un estado históricamente golpeado por la violencia, donde operan grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Viagra. En cuestión de días, dos figuras emblemáticas —un alcalde que denunció públicamente las extorsiones y un productor que intentó frenarlas— fueron asesinadas en ataques que han desatado indignación social y puesto en entredicho la narrativa oficial de que la violencia está a la baja.
Desde su llegada al poder, en octubre del año pasado, Sheinbaum había mostrado cifras que apuntaban a una reducción en homicidios, robos con violencia y secuestros. Sin embargo, los casos de extorsión han aumentado, sobre todo en regiones agrícolas como Uruapan o Tierra Caliente, donde productores, ganaderos y comerciantes viven sometidos por las mafias. En muchos casos, las víctimas no denuncian por miedo, lo que genera una aparente calma que no refleja la realidad.
La audacia del ataque contra Manzo, ejecutado a plena vista del público durante las celebraciones del Día de Muertos, ha encendido las alarmas dentro del Gabinete de Seguridad. El alcalde, que contaba con protección oficial, fue asesinado frente a cientos de personas, en un acto que rompió cualquier sensación de control por parte del Estado.
A la par, el homicidio de Bernardo Bravo —convocado presuntamente por integrantes de Los Viagra a una reunión antes de ser ejecutado— confirma la fuerza con la que operan los grupos delictivos que dominan amplias zonas de Michoacán.





Las reacciones no se han hecho esperar. Este domingo, cientos de personas protestaron en Morelia, donde la rabia por el asesinato de Manzo derivó en disturbios y daños en el Palacio de Gobierno. Las imágenes del mobiliario lanzado por las ventanas se convirtieron en símbolo del hartazgo de una sociedad que exige respuestas.
El Gobierno federal convocó de emergencia una reunión del Gabinete de Seguridad para analizar la situación. La presidenta Sheinbaum ha prometido reforzar la estrategia y garantizar “cero impunidad”, mientras el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, mantiene la postura de que los avances son reales, aunque los recientes crímenes “modifican el panorama”.
En medio de los discursos y los números, Michoacán vuelve a ser el espejo más crudo de México: un territorio donde las estadísticas oficiales no alcanzan para tapar la violencia cotidiana que viven sus comunidades.



















