El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, recibió este lunes a familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa en Palacio Nacional. Un gesto insólito de un presidente hacia las víctimas. Un símbolo de los nuevos tiempos, uno poderoso. Los recibió para que vieran cómo firmaba el decreto por el que se crea una comisión de la verdad para el caso, herida mortal del anterior Gobierno.

Es tiempo de símbolos en México, de pintar las paredes del nuevo Gobierno a modo de los que llegan. Uno de los principales objetivos del nuevo presidente es distanciarse de su antecesor en forma y fondo. Porque ahora mismo, recién estrenado su mandato, son tan importantes las propuestas e iniciativas como la manera en que se cuentan.

Por eso la puesta en escena de este lunes. López Obrador situó a las víctimas en el presidium, junto a la secretaria de Gobernación y los secretarios de Defensa y Marina. Alejados de toda pompa y solemnidad, los familiares de los estudiantes colocaron sus pancartas en la misma mesa: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Y por supuesto nadie dijo nada.

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