“No hay nadie más peligroso al volante que un hondero enojado, y créeme que si nos cierran los caminos para hacer lo que nos gusta, vamos a buscar donde hacerlo pase lo que pase y no vamos a poder controlar el descontento de los muchachos”, señala Enrique, uno de los aficionados a los arrancones que existen en Baja California, los cuales ya no se cuentan por cientos, sino por miles.

El domingo 19, el anterior a la Navidad, el Centro Cívico de la capital de Mexicali fue escenario de la reacción por el descontento de los honderos, como se les conoce a quienes gustan de jugar arrancones en las calles de Mexicali y sus inmediaciones. Horas antes, autoridades municipales fueron a desalojarlos de la pista de arrancones que era usada por aficionados a la velocidad, ubicada por la carretera al Aeropuerto

Habían acudido ahí a manifestarse de forma pacífica, pues el gobierno local les impide usar esta u otro lugar y al ser desalojados del lugar, fueron a hacer arrancones al frente de edificio de la Guardia Estatal de Seguridad.

Inspectores municipales y policías preventivos acudieron a desalojar a los automovilistas que exigían, en una protesta pacífica, que se les abra un espacio para practicar arrancones.

La respuesta de los rápidos y furiosos fue irse al frente del palacio de justicia federal a hacer sus carreras. La respuesta de la Policía tardó en llegar y se limitó a ahuyentar con sus sirenas, la presencia de los automovilistas.

Desde hace más de dos décadas, los corredores urbanos de autos han sido combatidos por la Policía Municipal, a petición de vecinos de las zonas donde realizan este tipo de carreras clandestinas.

Son diferentes las calles y carreteras que suelen utilizar como pista no permitida, al no existir un lugar establecido y autorizado para estas prácticas. Entre ellas está la avenida Colón, el Río Nuevo, la Independencia, el bulevar Carranza y muchas vialidades más que en instantes se convierten en escenario de emociones fuertes.

La respuesta de la Policía suele ser tardía. “¡No podemos estar en todas partes!”, explica un oficial de la Sección Tránsito que cada domingo suele participar en el Operativo Honda o Rápidos y Furiosos, como suele mencionársele a este tipo de llamados a través de la frecuencia policial.

Los corredores van un paso adelante. Se ponen de acuerdo a través de decenas de grupos privados en redes sociales, sobre la hora y el lugar donde se verán para los siguientes encuentros de velocidad. Es así como también evaden a la autoridad antes de que la patrulla les llegue.

 “Hay de todo entre los corredores. Hay quienes traen autos a los que les han metido miles de dólares… somos profesionistas; hay de todos entre nosotros”, comenta un corredor clandestino, quien aparte de conductor de un vehículo para arrancones, es también abogado.

“Unos se desahogan tomando, otros pintando y otros más jugando algún deporte. A nosotros somos aficionados a los autos y a la velocidad”, argumenta sobre los motivos que tienen para salir a las calles cada semana a quemar llanta.

Reconoce que es una práctica riesgosa, pero señala que los accidentes que se han presentado son en buena parte ocasionados por la cerrazón de las autoridades, que están empecinadas en evitar que realicen este tipo de prácticas.

“Si pudiéramos contar con un espacio donde poder jugar nuestros arrancones, nosotros mismos nos haríamos cargo y responsables de la seguridad del lugar… estamos seguros de que no habría tanto accidente como los que ha habido en las calle de la ciudad”, reclama el aficionado a las altas velocidades, quien también tiene la carrera de abogado.

En otras comunidades -incluyendo municipios de Baja California- hay acuerdos no escritos, mediante el cual las autoridades permite practicar arrancones en cierto horario, bajo el compromiso de no excederse y de respetarlo en todo momento.

“Cuando llega la autoridad y nos dice ‘ya estuvo, muchachos’, nosotros nos retiramos con toda calma y los muchachos no andan por toda la ciudad acelerando sus vehículos, como sucede en Mexicali u otras ciudades donde no tienen esa oportunidad.

A decir de los corredores locales, mientras no haya un acuerdo parecido con las autoridades, cualquier calle de Mexicali es susceptible a convertirse en pista de carreras, y con ello los reclamos de los vecinos, de los automovilistas que repentinamente ven suspendido el tránsito, y también los incidentes viales que han dejado ya varios heridos.

Una posible solución

La coordinadora de la Comisión de Seguridad Pública y Transporte del Cabildo de Mexicali, la regidora Elvira Espinoza, reconoció que ha tenido ya contacto con algunos representantes de clubes de automovilistas que buscan llegar a un acuerdo con las autoridades civiles. Sin embargo, consideró temprano poder hablar respecto a lo que pudiera conseguirse sin antes una reunión formal con ellos, lo que podría estar sucediendo la primera o segunda semana del año entrante.

Quienes sí sostuvieron una reunión el domingo anterior, fue el director de seguridad Pública Municipal, Pedro Ariel Mendívil García, y quien dijo ser representante de clubes de automovilista de la localidad.

De acuerdo a una publicación de la Direccion de Seguridad Pública Municipal, el propósito de este encuentro fue “encontrar soluciones integrales y coordinadas en materia de seguridad para regular las actividades a fin de evitar que pongan en riesgo a la ciudadanía como son las carreras clandestinas.”

Al final de este encuentro se acordó formar una mesa directiva con representantes de los clubes, mismos que se reunirán de manera periódica con la Dirección de Seguridad Pública, para fomentar un control y facilitar un espacio para el esparcimiento en días así como en horarios establecidos.

Otro de los puntos trazados en la estrategia, es la reactivación de la pista ubicada en el kilómetro 18.5 de la carretera al Aeropuerto, donde la DSPM sería un vínculo entre la mesa directiva de los clubes con las autoridades del Ayuntamiento de Mexicali.

Pero mientras las buenas intenciones se convierten en proyectos y estos se vuelven realidad, las calles de Mexicali seguirán siendo escenario de carreras, de desencuentros entre automovilistas y la figura de autoridad, y el olor a veloces llantas sobre el asfalto de la ciudad.

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