CIUDAD DE MÉXICO. México vivió este martes un día histórico. Por primera vez en más de 200 años de gobierno, la banda presidencial ha sido colocada en una mujer. Claudia Sheinbaum Pardo se ha convertido en la primera mujer que alcanza la más alta investidura de los Estados Unidos Mexicanos. Atrás quedan 65 hombres, civiles y militares, que la tuvieron también.

La continuidad prometida por Sheinbaum bajo el concepto de segundo piso de la Cuarta Transformación ha tenido un amplio reflejo en cada acto de este ptimero de octubre, salvo por la mayoritaria presencia femenina en todos ellos.

Como lo hizo su antecesor, Sheinbaum recibió el bastón de mando de manos de representantes de los pueblos originarios de México, en un ritual prehispánico. Los discursos del Congreso por la mañana y ante un Zócalo repleto de seguidores, por la tarde, giraron en torno al reconocimiento a las políticas de López Obrador. La presidenta ha recordado los cien puntos programáticos que serán la columna vertebral de sus políticas públicas.

Más de 35 millones de mexicanos celebraron que la persona a quien votaron el 2 de junio agarra las riendas del poder. Pero no ha sido un cambio de sexenio cualquiera. Antes que la economía, la seguridad, la salud o la educación, la llegada de Sheinbaum se ha leído en clave feminista.

Tras siete décadas desde que las mexicanas consiguieron el derecho a votar y ser votadas, este martes el adjetivo histórico está en boca de todos.

Los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, están, por primera vez, encabezados por mujeres.

Tampoco la oposición se quedó al margen de ese momento. Pidió a la Presidenta que haga valer su condición de mujer en el Gobierno:

“No solo puede ser diferente, tiene que ser mejor, de otro modo no tendría sentido la lucha de tantas mujeres”, exigió la jefa de la bancada del Partido Acción Nacional, María Guadalupe Murguía Gutiérrez.

Una comisión de mujeres fue la que esperó en la escalinata del Congreso a Sheinbaum.

Los gritos de “¡Presidenta, presidenta!” interrumpieron su mensaje en varias ocasiones. Sheinbaum ofreció su clásico homenaje a las mujeres anónimas “que lucharon por sus sueños y lo lograron, y a las que no lo lograron, a las que han tenido que callar y gritar a solas, a las indígenas, a las trabajadoras del hogar, a las bisabuelas que no aprendieron a leer y a escribir porque eso no era cosa de niñas, a las madres que primero nos dieron la vida y luego todo lo demás, las hermanas, las tías, las hijas hermosas. No llego sola, llegamos todas. Hoy llegan todas ellas, que nos pensaron libres y felices”.

Para concluir: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe, y a partir de hoy, por voluntad del pueblo, la presidenta constitucional de los Estados Unidos mexicanos. No les voy a defraudar”.

Una parte del feminismo, que ha tenido una relación agria con Sheinbaum en su etapa de jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se mantiene ahora en guardia pero con esperanza por el cambio en la presidencia. El día ha estado cargado de símbolos, como la entrega de la banda presidencial por parte de la presidenta del Congreso, Ifigenia Martínez, referente de la izquierda mexicana en la lucha por las libertades y derechos feministas. La nonagenaria, con las fuerzas muy limitadas y conectada a un suministrador de oxígeno, ha sido uno de los personajes más mencionados del día.

Sheinbaum llega al poder con un partido de izquierdas, Morena, que fundó López Obrador, con quien acaba de completar una transición tranquila que promete continuidad con algunos cambios. Licenciada en Física y doctora en Ingeniería Ambiental, formó parte del panel intergubernamental contra el cambio climático que en 2007 obtuvo el premio Nobel de la Paz. Nieta de europeos de origen judío e hija de científicos y académicos como ella, tiene a su espalda una larga trayectoria política que comenzó en la lucha estudiantil mexicana.

Con la excepción de un par de gobiernos del conservador Partido Acción Nacional (PAN), es la primera persona que llega al poder sin haber tenido nunca relación con el PRI (Partido de la Revolución Institucional), que gobernó México durante décadas. Más bien al contrario, ha sido contra aquel partido, que hoy es casi irrelevante, contra quien dio sus primeras peleas políticas.

A la toma de posesión han asistido representantes de 105 países y 23 organizaciones internacionales y estaban invitados todas las naciones del mundo con quienes México mantiene relaciones diplomáticas, pero el incidente diplomático de 2019 con España, a raíz de la Conquista de 500 años atrás, ha excluido al rey Felipe VI, por lo que el “país hermano”, segundo socio comercial de México tras Estados Unidos, no ha tenido representación institucional alguna en el acto. Eso también es histórico. Sí estaban, y la presidenta les saludó, “algunos diputados españoles” de la izquierda, como Gerardo Pisarello “y muchos otros”.

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