Más de diez años han pasado desde la última vez que se realizó en Mexicali un Inventario de Emisiones, estudio fundamental para conocer cantidades y tipo de sustancias que se arrojan a la atmósfera en las ciudades y que es vital para la implementación de programas contra la contaminación del aire, explicó el coordinador de Proyectos de Gestión Ambiental de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), Efraín Niebla Ortiz.

Este inventario es una estudio que se genera para conocer que clase y que cantidad de contaminantes emiten todos los sectores de una sociedad a la atmósfera, desde viviendas tradicionales, comercios, restaurantes, industria y edificios públicos.

En el 2005, cuando se llevó a cabo ese último Inventario se registró que ese año hubo un total de 200 mil toneladas de residuos tóxicos arrojados a la atmósfera. Pero por la distancia y las condiciones que hay ahora se requiere un nuevo estudio para que se conozca de primera mano la información de contaminantes al ambiente.

El doctor aclaró que el Inventario es como una especie de “diagnostico médico” que se le da a una ciudad sobre su salud, por lo que es necesario que se realice este inventario. Esto es una responsabilidad compartida de los tres órdenes de gobierno.

De forma básica, en este trabajo le corresponde al gobierno federal, a través de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), el registrar las emisiones en la industria pesada como la planta siderúrgica en el Valle de Mexicali, las termoeléctricas del poblado La Rosita y el campo geotérmico de Cerro Prieto; al gobierno del estado, por medio de la Secretaria de Protección al Ambiente (SPA) la industria de la transformación y maquiladoras; y al municipio, con su Dirección de Protección al Ambiente, los comercios y locales de venta de comida al aire público.

En general, el entrevistado indicó que hace falta mucho trabajo en cuestión de combate a la contaminación. Uno de ellos es la mala planificación urbana que existe en Mexicali, donde la mancha urbana sigue creciendo sin algún tipo de control, provocando que la gente realice traslados más largos entre dos puntos, provocando el uso de automóviles por periodos más extensos de tiempo, aumentando así las emisiones de contaminantes al ambiente.

Lo anterior, dijo el especialista de la UABC, se suma a las condiciones geográficas particulares de la capital del estado, en donde la baja altura en la que se encuentra el Valle de Mexicali y la ausencia de vientos en gran parte del año solo complican más la situación.

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