EL PAÍS

En el mensaje que el Papa lanza al mundo el día de Navidad, antes de impartir la bendición Urbi et Orbi, suele reflexionar sobre los conflictos que asuelan la humanidad en un tono especialmente crítico. Este lunes, Francisco se detuvo particularmente en la situación de violencia que se vive entre Israel y Palestina, tras el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte del presidente estadounidense Donald Trump y el traslado de la embajada a principios de mes.

El Pontífice, que entonces lanzó un severo llamamiento para respetar el status quo de Jerusalén, hoy pidió de nuevo “paz para la ciudad y para toda la Tierra Santa” y afirmó que reza para alcanzar una solución con “dos estados”.

“Recemos para que entre las partes implicadas prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de unas fronteras acordadas entre ellos y reconocidas a nivel internacional”, dijo Francisco, que en su quinta Navidad como pontífice llamó a superar tensiones en una “tierra martirizada”.

Antes de impartir la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) Bergoglio habló de un mundo en el que “soplan vientos de guerra y un modelo de desarrollo ya caduco sigue provocando degradación humana, social y ambiental”. Y también recordó a Venezuela, actualmente sumergida en una profunda crisis política en medio de un aumento de la delincuencia, escasez de alimentos o desabastecimiento de medicinas. Francisco pidió para el país “un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano”.

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