“Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”. El padre Bartolomé, de la orden de los dominicos, fue el encargado de leer el evangelio de este pasado domingo en la misa transmitida por Facebook desde la parroquia de Santa María de Guadalupe, del poblado Compuertas, una de las comunidades más alejadas del progreso y más cercanas a los pobres de la ciudad. Fue justo durante esta misa cuando los asistentes escucharon de voz del propio celebrante una noticia que los sorprendió: El padre David Bello había sido llamado al Padre.

La muerte de quien fuera el primer párroco de Santa María de Guadalupe, sucedió a las 2:12 de esa madrugada. La noticia se propagó rápido luego del anuncio hecho desde el altar. Los mensajes de pésame, también.

Fray David Bello, sacerdote dominico, recién había cumplido 43 años de ordenación sacerdotal en marzo pasado. Hace 28 años tomó posesión de la parroquia de Compuertas, acompañado por otros dos frailes predicadores: Vicente y Tomás, también ya fallecidos. Entonces el templo de Santa María de Guadalupe era un salón de ladrillo y techo de madera ubicado en el corazón de Compuertas, poblado cuyo nombre evoca a la primera construcción que se erigió en Mexicali, antes incluso de la fundación de esta ciudad. Los vestigios de la compuerta Sharp, desde donde se distribuía el agua al Valle de Mexicali, sugien de pie a manera de monumento histórico en medio de esta comunidad ubicada cerca del puerto fronterizo Mexicali II.

El carisma y sencilles de los frailes atrajo de inmediato a la comunidad. Era común verlos visitar enfermos, formar grupos de jóvenes y llamar a su grey a ser solidarios con los más necesitados. Poco a poco fueron construyendo templos en Valle del Álamo, Flores Magón, Abasolo, entre otras comunidades.

Para entonces el padre David ya había servido en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, por lo que varias familias de esa zona le siguieron hasta el rincón de Mexicali a donde fue asignado como párroco de una nueva comunidad.

El proyecto del Padre David fue siempre que su Parroquia se convirtiera en refugio para los migrantes, para ese sector de la sociedad, uno de los más vulnerables, de los menos atendidos por las autoridades y el más menospreciado por la gente, quizás por su constante presencia en las calles de esta ciudad fronteriza. Sin embargo, las necesidades de los pobladores de las colonias cercanas absorbían lo poco que se lograba reunir en cuanto a alimento y vestido.

Y es que entre las comunidades atendidas por los frailes dominicos está la colonia Castro, Valle del Álamo, Imperial, Compuertas, Corregidora, Flores Magón, el poblado Villa-Zapata, entre otros, que distan mucho de ser comunidades con una economía holgada y servicios suficientes.

El lunes a las 2:00 de la tarde, el cuerpo del padre David llegó a su hogar, la parroquia de Santa María de Guadalupe, donde fue recibido por una misa concelebrada por sus amigos, los frailes dominicos que le acompañaron en sus últimos años. El sacerdote llevaba años enfermo y llevaba su convalecencia con suma distreción. Ya los últimos meses oficiaba la mayor parte de la ceremonia sentado, pero su lucidez y firmeza permanecieron intactas.

Su cuerpo permaneció expuesto desde entonces en el interior de un ataúd gris con detalles plateados, sencillo, como fue el mismo sacerdote, quien dispuso antes de fallecer, que en su despedida no le llevaran arreglos florales, sino despensas para las personas más necesitadas.

A partir de ese momento se llevaron a cabo varias misas ante su cuerpo y los pobladores de la zona acudieron a darle el último adiós en esta tierra.

A las 10:00 de la mañana, el obispo de la Diócesis de Mexicali, Mons. Enrique Sánchez Martínez, presidió la ceremonia eucarística de despedida del padre David. En el altar unos 30 sacerdotes concelebraron. También estuvieron presentes los estudiantes del Seminario Diocesano y religiosas de la orden de los dominicos. El resto del templo, aún con mensajes alusivos a la Pascua, se llenó con la comunidad que fue a despedir a su padre, vestidos de blanco y negro, como la orden de los predicadores. Entre los asistentes, su hermana y cuñado, los únicos familiares que le quedan con vida, también estuvieron en la ceremonia.

El padre David pudo haberse retirado desde hace años para convalecer de su enfermedad en la tranquilidad de algún convento en Estados Unidos, de donde llegó a esta tierra, pero él quiso quedarse entre los pobres de Mexicali. Fray Miguel, quien asistió en representación del prior provincial de los dominicos, anunció que el cuerpo del padre David sería sepultado al norte de California, en un panteón donde yacen los restos de los miembros de esta congregación.

Fue imposible para los asistentes a la misa, no recordar a otros personajes que se han ido de este mundo y que dejaron huella en la parroquia. El recuerdo de doña Cande, Helenita, don Andrés, don Nati, Chano, los mismos padres Vicente y Tomás, entre muchos otros, circularon entre los presentes mientras se despedían de la ceremonia.

Al final, el representante de la orden de los dominicos, tomó la palabra y recordó los consejos que el padre David, siendo su maestro, le dio. Ahora, siendo autoridad entre la congregación, se dirigió a los mexicalenses: “Siento mucho que no les hemos enviado a muchos frailes dominicos, pero les prometo que les hemos enviado los mejores”.

Descanse en paz, fray David Bello, O.P.

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