En los últimos meses han salido a la palestra muchos nombres como posibles candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México. Pero ninguno de ellos concitaba tanta confianza en el mundo de los negocios como el finalmente designado, José Antonio Meade, hasta hoy secretario de Hacienda y Crédito Público. En él, los empresarios ven tres rasgos que les complacen especialmente: la ortodoxia en política económica, la estabilidad fiscal y su apertura al diálogo con el sector privado.

A esos atributos, añaden destacados representantes del sector privado mexicano, se suma la versatilidad y experiencia de Meade, que ha ocupado hasta cuatro secretarías del Ejecutivo federal (Energía, Hacienda, Desarrollo Social y Relaciones Exteriores) con dos presidentes de distinto color político: Felipe Calderón (del conservador PAN) y Enrique Peña Nieto (PRI).

El principal rival del próximo aspirante priista —a falta del cabeza de cartel del Frente Ciudadano—, Andrés Manuel López Obrador (Morena), ha suavizado su discurso con promesas de austeridad en el manejo de las finanzas públicas y cuenta con el apoyo de algunos empresarios —sobre todo, en el norte del país—. Pero el gran empresariado y los inversores extranjeros siguen temiendo su agenda económica.

De alzarse con la presidencia, un escenario todavía remoto habida de cuenta de que López Obrador sigue encabezando los sondeos, el destapado del PRI sería el primer economista en asumir la presidencia del segundo país más poblado de América Latina desde Ernesto Zedillo (1994-2000). Formado en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) —una universidad privada por la que han pasado buena parte de los máximos responsables del área económica de los últimos Gobiernos mexicanos— y en la Universidad de Yale —en la que también estudió Zedillo—, Meade es un técnico reconvertido en político. Y eso siempre gusta en el sector privado y en la gran banca, local y estadounidense, que tiene la llave del crédito y la inversión.

Públicamente, las valoraciones empresariales están marcadas por la cautela. La incertidumbre sobre el resultado electoral de julio del año próximo rebaja su satisfacción a micrófono abierto: nadie quiere tener problemas con el próximo presidente de México en caso de que la opción de Meade fracase. “Es un proceso interno del PRI y somos muy respetuosos”, afirma a EL PAÍS el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE, la mayor patronal mexicana), Juan Pablo Castañón. “Estamos abiertos a discutir con todos los candidatos a la presidencia las soluciones que México merece en todos los ámbitos”, añade.

El jefe de los empresarios mexicanos no oculta, sin embargo, su satisfacción con la experiencia profesional del ya ex secretario de Hacienda y su “criterio”…EL PAÍS

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