Otro fin de semana sangriento en San Luis Río Colorado, ciudad colindante con Baja California y con la frontera con Estados Unidos. Sus habitantes se resisten a acostumbrarse a ello, pese a que son ya años de eventos así.

Una frontera donde no hay uno sino dos cercos que inhiben al migrante a intentar cruzar, al menos por la zona central. Con estas medidas los mandan a cruzar por zonas inhóspitas, áridas, con temperaturas extremas y a expensas de los traficantes de personas, muchos de los cuales no se tientan el corazón para abandonar a sus clientes que buscan el sueño americano.

Es domingo y el padre Daniel, desde el altar, pide a los feligreses no desistan. “No debemos dejarnos llevar por esos faroles que intentan atraernos; debemos ser luz, nuestra vida, nuestras familias…”, clama el párroco de la iglesia de San Judas Tadeo, el intercesor de todo problema difícil.

Ante un templo lleno, señala que muchos se dejan llevar por luces que no son eternas, que buscan el dinero fácil, la fama, lo terrenal, olvidando lo verdaderamente importante.

“¡No nos acostumbremos a la oscuridad!”, insiste mientras habla de la importancia de la unión familiar y del rescate de los valores.

Los tiroteos no han cesado en San Luis Río Colorado. La presencia de la Guardia estatal y nacional es nula. Las balaceras siguen cobrando víctimas y la población se limita a cuidar la hora en que realizan sus actividades regulares, y los lugares que frecuentan, para no estar en el sitio equivocado en el momento equivocado.

Y es que la noche del viernes se registró otro ataque armado, esta vez en la llantera Imperio, ubicada en la avenida Mérida B y calle 9, hasta donde llegaron desconocidos armados que abrieron fuego contra los presentes. El saldo fue de cuatro heridos, uno de los cuales falleció a las 4:00 horas del sábado, en las instalaciones del Hospital General.

Fue identificado como Yuriel “N” de 29 años de edad, mismo que sufrió lesiones en el abdomen, producidas por disparos de arma de fuego, según el reporte.

El vehículo Honda Acura de color dorado, modelo 2001, usado por los atacantes para huir, se localizó en llamas en el callejón Oaxaca y calle Segunda.

De los responsables, como en muchos otros casos registrados en esta plaza, de las más importantes en el mapa del cruce de droga, de personas y del dinero proveniente del crimen organizado, nada se sabe.

Por eso el párroco de San Judas insiste en aumentar la oración y la unión familiar, para que los jóvenes no se dejen llevar por esas luces que los alejan del camino verdadero, de Aquel que brilla con luz propia y que sí vale la pena seguir.

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