Yolanda Sánchez Ogás

He tenido oportunidad de visitar cuando menos todas las capitales de México y de Europa, incluida Rusia y algunas ciudades de China. Algunas son muy bellas, admirables por sus edificios antiguos y su historia. En México, ciudades como Aguas Calientes, Chihuahua, Morelia, Querétaro, Mérida, y otras, además, llaman la atención por su limpieza.

En todo ese caudal de belleza e historia plasmada en su monumentos y edificios, no se encuentra Mexicali, mi ciudad, dolorosamente abandonada desde hace alrededor de 40 años. Lo digo con profunda tristeza, es el peor centro histórico que he visto en todo mi deambular por pueblos y ciudades.

El presidente Luis Echeverría restableció relaciones diplomáticas con la República Popular China, el 14 de febrero de 1972. Unos meses después, Echeverría visitó China y se entrevistó con Mao Zedong (China-México, 45 años de relaciones diplomáticas y culturales. UNAM. 2019). Esto trajo cambios al centro histórico.

En Mexicali, la mayoría de los chinos pertenecían al Kuo Min Tang o partido nacionalista y no estuvieron de acuerdo con ese reconocimiento. Estados Unidos relajó un poco las condiciones de migración a chinos y muchos decidieron pasarse a aquel país. Las fronteras de las poblaciones fronterizas siempre atrajeron a los inmigrantes chinos, quienes miraban en estas ciudades un puente hacia Estados Unidos.

Esta situación fue aceptada por algunos chinos mexicalenses, que accedieron a aquel país y abandonaron sus negocios, pero conservaron la propiedad de los inmuebles. Otro golpe al centro ocurrió en 1980, cuando se construyó la plaza Cachanilla y muchos comerciantes mexicanos y chinos cambiaron sus locales o establecieron una sucursal en la plaza.

La población se volcó en la nueva plaza, novedosa, refrigerada y con óptimas condiciones para hacer todo tipo de compras. Resultado, los compradores mexicalenses optaron por el mejor sitio para comprar. Y el centro se abandonó.

Proyectos de diversos gobiernos municipales, para evitar la pauperización del centro histórico no fueron suficientes. El abandono y deterioro siguieron en caída libre hasta hacer del centro, “zona de guerra”
Cuando en 1994 inicié los recorridos por el centro con grupos de niños y profesores principalmente, me adentré en un mundo de basura, prostitución, calles. y banquetas en pésimas condiciones. Con alcantarillas sin rejas, llenas de basura, con gran peligro para los viandantes. Y así sigue.

Iniciaba mis recorridos en la Casa de la Cultura, seguía al parque Héroes de Chapultepec, en la Casona hablaba del primer ayuntamiento y de la época de la ley seca, del barranco formado por la inundación, hasta llegar al jardín de niños Gabriel Leyva fundado en 1939, visitábamos algunos subterráneos y la Asociación China de Mexicali, siempre bien atendidos por el señor Esteban León y sus maestras.

Mexicali tiene pocos edificios antiguos, pero con una memoria rica que dan pie a elaborar las historias de los mexicanos fundadores de Mexicali, sus esfuerzos por hacer florecer esta ciudad en el desierto, con la posterior colaboración de inmigrantes japoneses, chinos, españoles y otros. Esfuerzo que se vio reflejado en ese centro histórico, donde durante más de siete décadas años bullía la vida.

Por eso cuando Marina inició su campaña con la promesa de dignificar el centro histórico, me emocioné y pensé en calles bien pavimentadas, banquetas y alcantarillas nuevas, otras mejoras necesarias. Siempre de izquierda, mantuve colgada de mi reja, una lona con su imagen durante muchos meses, hasta que un día la derribé, como se derribaron mis expectativas de ver el centro histórico de mi ciudad dignamente presentado.

Entiendo que es imposible reconstruir en un corto periodo de dos años, todo lo dañado en décadas, pero estuve en unas cinco reuniones para escuchar sobre el proyecto del centro histórico, y pronto me di cuenta que solo se interesaban en la manzana conocida como la chinesca.

El resto del centro histórico, que abarca desde el callejón Zorrilla hasta la calle Pedro F. Pérez y desde la línea divisoria hasta la bajada al mercado Braulio Maldonado, no se mencionaba nunca, como tampoco se mencionaba a los fundadores de Mexicali.

Varias veces protesté por esto y por algunos “errores históricos” que se mencionaban. Resultado, ya no me invitaron. Todo siguió de acuerdo a un plan preconcebido; hacer del centro una ciudad china que nunca existió.

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