Ellie Burgueño

El adquirir una posición de poder es sin duda muy atractivo para muchas personas, quienes lejos de tener una genuina vocación por servir, van tras la popularidad, darse a conocer, enriquecerse con el recurso público y gozar de privilegios de los que difícilmente gozarían siendo cualquier ciudadano común.

Desafortunadamente, gran parte de quienes han alcanzado una posición de poder dentro de la política, lo han hecho por las razones incorrectas ya que desconocen e incluso no les importa conocer el verdadero propósito de la misma, ya que esta, como ciencia, es la de servir a la humanidad y facilitar así, una percepción válida para un mundo mejor.

En el mundo real y crudo, los falsos políticos abundan haciendo asombrosas promesas a las sufridas y hambrientas muchedumbres con el propósito de lograr el poder, y una vez satisfecha su ambición, se ríen a sus anchas del pobre pueblo. Esto es algo que a todos nos duele, pues si al menos hubiera interés en la sociedad por involucrarse responsablemente en la política, entonces se tendría más participación de esta y existiera seguridad en la democracia. Si el pueblo se involucrara responsablemente haría todo lo posible para elegir personas que comprendan profundamente lo que es en sí la política.

Si se lograra contagiar a la sociedad con la sed de justicia, entonces esto se tomara muy seriamente, con conocimiento de causa por parte del proletariado, antes de pedir el voto el candidato a la sociedad, éste lo pensaría muy bien; pues de no cumplir con una auténtica responsabilidad de un político real, sino que la realidad de lo que en el fondo desea es continuar la vida ordinaria de un burócrata, viviendo del presupuesto público, se abstuviera de perpetrar horrenda postulación.

En última instancia, el futuro de cualquier país está en las manos de los electores. Usar y desarrollar esa participación del pueblo correctamente, es extraer la esencia misma de la verdadera política. Sin embargo, aun esta idea es solo parte de un sueño fugaz, pues, aunque no descalifico a aquellos que han logrado el poder y están genuinamente trabajando por el bien común de la sociedad, la mayoría de políticos, contaminados por un sistema corrupto donde el que llega al poder lejos de preocuparse por servir, opta por tomar una postura de “rock star” o “celebridad”, donde pretende que todos le rindan honores, es una señal que debería abrirnos a todos los ojos.

En mi trayectoria he conocido a mucha gente entre los cuales me he encontrado con personas verdaderamente admirables y dignas de respeto, pero también me he encontrado con un puñado de políticos corruptos, déspotas, desapegados, individualistas, quienes solo saben posar frente a una cámara para dar su mejor apariencia, mientras que al voltearse son unas personas completamente distintas a lo que pretenden proyectar.

Para algunos políticos, esos “Cinco Minutos de Fama” que pueden durar 3 años o un sexenio, representa la oportunidad para alcanzar la fama que en otro sitio no hubieran alcanzado, y para muchos, la oportunidad de “hacer negocios” en un corto plazo. Sin embargo, podría también ser la oportunidad de fingir suficiente como para engañar a los ciudadanos ingenuos, quienes incluso pueden llegar a admirarles cual personaje o actor de telenovela, y aspiran a reelegirse instalándose en algún otro puesto público para continuar su “carrera política”, sin perder su posición privilegiada que solo “la clase política” puede gozar.

También me preocupa y me incomoda cuando veo que los políticos en turno se rodean de personas ineptas y déspotas, personas hábiles con las palabras, pero torpes para cumplir, carentes de entrenamiento profesional, pero con exceso de experiencia en la tranza, prontos para mentir pero alejados de la honradez y la verdad, cuyas palabras se enredan al hablar pues son demasiadas y luego hasta la memoria les falla pues se olvidan completamente de lo que dicen o prometen. Me pregunto, ¿por qué un político recto, bien intencionado y con vocación se rodearía de esta clase de personas?

Sería maravilloso que esos “Cinco Minutos de Fama” les fueran otorgados a personas como José Mujica, “El héroe político no reconocido de Sudamérica,” y quizás del mundo entero, como lo tituló el autor Santiago Rodríguez Tarditi. ¡Ojalá hubieran más Mujicas en el mundo! Y si así fuera, les interesaría más invertir su tiempo en el poder dejar un buen legado para trazar un camino que otros puedan seguir, para dejar la mejor herencia a sus hijos: la de un buen nombre.

Sinceramente creo que ahora es tiempo de que aprendamos a distinguir entre lo real y lo falso y a ejercer la democracia de manera correcta, ya que el futuro de nuestro país, de nuestro estado, de nuestra ciudad y del mundo entero, está solo en nuestras manos.

 

ELLIE BURGUEÑO

Abogada y Directora de gaceta binacional bilingüe Beyond Borders Gazette.

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