Como artista Vicente Fernández se definió como un hombre apasionado y agradecido por todo lo recibido en su carrera… Como ser humano, aceptaba que la soledad y no poder valerse por sí mismo lo que más temor le causaba. Hoy ya, ni solo, ni vulnerable, “Chente”, está ya cobijado en la memoria y admiración de su público, al que le cantó hasta que no dejaran de aplaudirle y que hoy lo ovacionan en su último adiós.

“El cariño del publico, siempre lo traigo bien guardado aquí en mi corazón”, aseguró en una entrevista que concluyó como intercambio de confesiones.

Aquí tienes las llaves de mi vida, eso me gustaría que estuviera grabado en mi tumba. Ese me gustaría que fuera mi epitafio”.

Cansado, serio y educado, Vicente Fernández , orgulloso, presumió que esa canción, – de su autoría-, retrataba el enorme agradecimiento a su publico que hoy lo ha convertido ya en uno de los inmortales de la música en español.

“Hijo, se ve que eres una persona sensible, no cualquier reportero hace preguntas del lado humano”, refirió el artista durante la charla, primero más por educación, que por ganas concedió a este servidor.

Era octubre de 2002 en, en el estacionamiento del Hotel Araiza. Casi amanecido, después de una de sus memorables y maratónicas actuaciones en el Palenque de las Fiestas del Sol, resguardado por su equipo de seguridad, Chente bajó de la Suburban blindada y tres más que lo flanqueaban. Cansado, con el moño en una mano y una botella con agua, Vicente, ordenó con una señal permitir la minientrevista y que el jefe de seguridad quiso por segunda ocasión concluir después de la primer pregunta.

“Ahorita que llegas al cuarto del hotel, es cuando comienza lo más cabrón. Llegas, te quedas solo en un cuarto que no es el tuyo y ahí te das cuenta que todos los aplausos y muestras de cariño que te ofrece la gente se quedan afuera.”

Con rostro serio, Vicente, parado y recargado en la puerta de la camioneta, desnuda su lado humano.

“Los aplausos y el cariño te mantienen y te motivan para seguir trabajando, pero el cuerpo se chinga cada día y te cobra la factura todas las desveladas y los problemas que uno carga y que el publico muchas veces ni sabe”.

“Te das cuenta que estas solo y que en cualquier momento nadie puede estar para echarte la mano. Ahí te das cuenta que ni toda fama ni todo el dinero te sirven.”

Era 2004, Vicente tenía 64 años. Seis años antes “Vicente Jr.” Su primogénito y quien esa noche lo acompañaba en la camioneta, había sido secuestrado, – durante 191 días.
Eran los tiempos de reportero, donde conseguir la “exclusiva” era la meta para darle el plus a un oficio que dejó grandes satisfacciones, como entrevistar a un verdaderamente grande que deja un legado mucho más allá que musicalmente…

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