Querido amigo y colega:

Te escribo estas letras desde el confinamiento de mi casa, donde permanezco hace semanas con mi familia para evitar al máximo el contagio de COVID-19, esta terrible epidemia que te ha alcanzado a ti, que hoy luchas tu más grande batalla por salir adelante.

Ya son varios días los que llevas dormido, con un ventilador ayudándote a respirar. Peleas, lo sé, pues siempre lo has hecho a lo largo de toda tu vida.

Recuerdo, hace más de 20 años, cuando me dijeron que serías mi jefe. En tus ojos miré esas ganas de saber aquello que otros ni siquiera se imaginaban que podría existir. Me contagiaste ese deseo de búsqueda permanente de la nota principal, de la que causaría sensación al día siguiente, pero siempre con un sustento tan inquebrantable como tus preceptos.

Me ayudaste a confiar en mí mismo y en darle enter a mi trabajo, solo después de revisarlo y corregirlo siete veces siete. A veces todavía se me olvida, pero recuerdo esa época y rectifico de inmediato.

También me demostraste la responsabilidad y el camino que un reportero debe seguir por esa delgada línea flanqueada por un lado de voces halagadoras, y por otra de críticas y desdén, pero que siempre, al final del día, te lleva a grandes satisfacciones.

Junto a ti hay decenas de mujeres y hombres que también luchan la batalla más importante de su vida. ¡Me imagino cuántas historias has de traer en la libreta! De héroes, villanos y personas extraordinarias.

Mañana, cuando despiertes, encontrarás una sociedad distinta. ¡En serio te vas a sorprender!

La gente ahora es más fraterna y la solidaridad ha hecho de nuestra tierra una eterna primavera donde el egoísmo ya no cabe y el respeto es la piedra angular de toda relación.

Veras a tu familia unida en torno a ti, como siempre.

No creerás cuando leas que hoy el rico tiende la mano al pobre, el afortunado cobija al desprotegido, el adulto defiende al niño y el hombre respeta a la mujer y viceversa. Ante cualquier vicisitud que pudieran tener, el diálogo y el entendimiento están primero.

Hoy las fronteras más que dividir naciones son lazos de unión solidarios entre comunidades hermanas que han reconocido que, pese a las torpezas de nuestros gobernantes, es en la gente la fuente del verdadero poder, el poder ciudadano, y no hay nada por encima de ello.

Hoy detenemos nuestra lengua y en vez de criticar amargamente al ignorante, buscamos la manera de ayudarle a ser mejor. La tolerancia es un arma fortísima contra la ira y las críticas infundadas. ¡En verdad te vas a sorprender!

Yo sé, querido amigo, que hoy estás pasando momentos muy difíciles, pero todos sabemos que no eres fácil de doblegar. Sabemos que pronto estaremos leyendo tu crónica desde las entrañas del monstruo, de esas que te gustan a ti conseguir.

¡Para variar, te llevarás la exclusiva!

¡Tienes tanto qué contarnos! Pero créeme que tus amigos, tus colegas, tenemos también mucho por compartir contigo!

Por hoy duerme tranquilo, no comas ansias, descansa, porque de eso y más hablaremos mañana, cuando despiertes.

Tu amigo y colega…

Marco Vinicio.

  • Este texto se publicó el 5 de marzo del 2020, dedicado con cariño y respeto al periodista Moisés Márquez Villegas, y a quienes como él, en ese momento luchaban por salir adelante del COVID-19 en algún lugar del mundo.
  • NDR: La mañana del jueves 7 de  mayo de 2020, Moisés falleció en una cama del Hospital General de Tijuana, víctima de COVID-19. No ha perdido la batalla; la semilla ha germinado.

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