Ramón Álvarez
Siempre es difícil despertar y enterarte de la muerte de alguien, más, cuando sabes que ese alguien era un chingón.
Hablar de Moisés Márquez, va más allá de decir las cosas buenas que todo mundo exalta -o exaltamos- cuando ha muerto. Como todo ser humano, tenía sus clarooscuros, pero para quienes lo conocimos o tuvimos el privilegio de convivir, nos quedamos con lo mejor de su persona.
Más de alguno manteníamos la esperanza, -ncluidas oraciones- de su recuperación. Ayer cuando se supo que además de sedado, era dialisado, esperé un milagro. Hoy, cuando desperté con su muerte, lo lamenté -y también descansé- pues se que él también ya lo hace.
Como hijo pródigo de Guaymas y como buen sonorense “Moi” como muchos le decíamos en la redacción de La Crónica, era un personaje. Saleroso al caminar, aferrado y orgulloso de usar talla 36, se empeñaba en alardearlo aun cuando sus camisas y pantalones clamaban por más espacio.
De mirada pícara y análitica, el buen Moi siempre se me figuró a esos diablos de pastorela. Gozaba cuando llegaba a la redacción, relatando cómo hacía desatinar a funcionarios y legisladores con preguntas incómodas.
Dianeth Pérez Arreola Jaime Delgado, Carlos Lima, un puberto Marco Vinicio Blanco, Carlos y Beba Romero incluido Ramón Álvarez, un aprendíz de reportero, comandados por nuestro Virrey Fernando Ruiz del Castillo, literalmente desemenuzábamos en el chacaleo, tan sabrosos como únicamente pueden darse en la redacción de un diario, los exhabruptos y fallidas declaraciones de funcionarios y legisladores de aquel.entonces. Satanizado por varios y respetado por muchos más, sus editoriales tenían su sello inconfundible aún cuando fueran escritos con seudonimo.
¿Cómo olvidar su fanfarronería a la hora de exaltar a la patria chica?: “Chingón, en Guaymas los camarones son de este pelo no estas chingaderitas” aseguraba y gozaba, sabiendo que más de uno se burlaba de su echadeces.
¿Cómo olvidar al reportero de oficio y vocación que en las mesas de redacción de La Crónica, buscaba el seguimiento a la noticia.
Qué decir de su legendaria despedida de soltero en la cochera de una casa decente donde a un paisano suyo y también reportero, se le ocurrió llevarle una bailarina exótica para que le diera un privado musical “al natural” a la vista de los más de 80 invitados, incluidas “niñas bien” y directivos, que con estupor dejaron su taco de carne asada para mirar el menear de la bailarina sobre un Moisés sentadito y obediente, quien con asombro y éxtasis gozó su regalo como nadie. Cómo no reírse al recordar la regañiza a los reporteros en la sala de juntas del periodico, al dia siguiente, por infringir las más elementales reglas de un código de ética todavia existente. Para algunos, 25 años después esa casa por la callle Rio Culiacán sigue siendo una “casa que arde de noche”.
Querido Moisés, como tú lo sabes, aunque suene duro, para muchos hoy “eres la nota”. Mañana serás historia para otros y nada más un número de esta pandemia que ha cambiado la óptica y filosofia de ver la vida.
Nos dejas fisicamente, ahí vamos todos innegablemente y es difícil aceptarlo pero así es. Lo que puedo asegurarte es que dejas.en mucha gente más de la que siquiera imaginas una huella como profesionista y lo más importante, como ser humano. Eso mi estimado sólo lo logra la gente chingona como tú. Buen viaje mi querido Moi, a chingarle, no hay de otra y eso tú lo supiste hasta tu último segundo.💚👍