MEXICALI. Verónica Ávalos, una mujer radicada en esta ciudad, que viajo de paseo a Guatemala, cumple hoy trece dias ‘secuestrada’ en un pequeño pueblo de este país, en medio de una revuelta social que impide el tránsito de las personas.
Su intención de conocer el pueblo de Chichicastenango la ha obligado a permanecer ahí contra su voluntad, debido a que la región se encuentra tomada por la población en protesta, la cual no permite el acceso a ese sitio de las autoridades locales.
La representación del gobierno mexicano en Guatemala solo le ha servido a Verónica para decirle lo que todos le advierten: no hay de otra más que esperar a que las cosas se calmen. Ni por tierra ni por aire hay forma de llegar ahi, pues la última esperanza que tenía, un servicio de taxi aéreo, se ha declarado imposibilitado para volar por la falta de suministro combustible. Verónica estaba dispuesta a pagar por el servicio, pues la embajada mexicana le había aclarado que dinero para eso no había, sin embargo su vuelo se canceló por el desabasto.
La embajada mexicana argumenta que mientras la vida de Verónica no esté en riesgo, no queda más que esperar, pero ella discrepa de la percepción que el cuerpo diplomático tiene.
“Ya me dio COVID y créame que no fue nada fácil, sobre todo porque aquí no hay médicos, no hay hospitales, no hay medicinas. Con algunas pastillas que yo llevaba fue como yo sola me pude bajar la temperatura”, menciona la turista, quien ahora está afectada por ronchas que le cubren todo el cuerpo.
Ahí, en el pueblo donde una familia le ha dado alojamiento de manera desinteresada, se cocina lo qué hay y con leña. La lluvia hace arroyos que corren a un costado de los caminos de tierra. Los habitantes aguardan a que las protestas que se dan en las carreteras que llevan a Chichicastenango se levanten, para que puedan llegar de nuevo los víveres básicos. No les queda de otra más que esperar y junto con ellos, Verónica, una mujer cachanilla a la que le ha tocado vivir, sola, el otro lado de la protesta.
