Obligados a migrar

“El que se va muere y el que se queda también”

Cuando leí esta frase en el libro de mi amigo Carlos Spector, me recorrió una tristeza sumamente infinita, me sacudió terriblemente el alma, y es que nada es más acertado que esa verdad y esa cruel realidad, de quienes nos vemos en la espantosa necesidad de migrar a otro sitio en condiciones casi infrahumanas, de quienes huimos de la violencia, de la corrupción política, del crimen organizado, el desorganizado y como dice el propio Spector, el crimen autorizado, y como todo eso es un solo monstruo, en mi caso en particular, hui literalmente de la agresión del propio estado que con su mecanismo no hace otra cosa más que criminalizar a quienes nos atrevemos a pensar diferente y opinar distinto.

Cuando huyes, más que migrar, cuando decides poner a salvo tu vida, tu libertad, mueres en el mismo instante en el que tomas una maleta y sales de tu casa, cierras la puerta y no volteas más hacia atrás, pues te puedes arrepentir y en estos casos, arrepentirte te puede salir muy caro, te puede costar en algunos casos la libertad y en la mayoría de las veces la vida.

No eres más quien solías ser, esa persona que tenía una vida, familia, una novia, esposa, amante o lo que sea, pero que tenía alguien, el que tenía madre, padre, hermanos, amigos, un gato, un perro, ese, ese ya no existe más, todo se termina y muere, justo en el momento que tomas tu maleta y cierras la puerta de tu hogar para ponerte a salvo, ahí se acaba todo, se cierra no un capítulo, se cierra tu vida, pues todo lo que tenías no existe más.

Los procesos migratorios para los asilados o refugiados políticos son muy duros, difíciles, extremadamente burocráticos, de inicio te re victimizan una y otra vez, no cuentas con acompañamiento psicológico, eres tratado como un criminal a veces, incluso hay autoridades migratorias que te retienen en centros de detención, que no son otra cosa que cárceles, donde no estás con la población común, pero estas dentro de la cárcel en las mismas condiciones que los procesados y sentenciados, lo menos que puede pasarte es que te quedes en la congeladora, así se le dice a los separos o celdas de seguridad que hay en las estaciones migratorias, es como una celda de cárcel pero dentro de la estación, donde se te realiza  tu entrevista de miedo creíble y te procesan, esa estadía es clave para saber si te aceptan el ingreso al país para enfrentar tu proceso migratorio o te regresan a que te maten a tu propio país.

Para el que migra no hay certezas, no hay una luz clara que te permita ver cuál será tu futuro, ni próximo ni a largo plazo, el primer paso es te den el acceso a un país y después un juez tendrá que decidir si te otorga el estatus de asilado o refugiado, lo que puede durar meses o años, y en el que no tienes ninguna garantía de nada, vives con la incertidumbre de que te lo nieguen y en cualquier momento te deporten a tu país de origen, cabe mencionar que por las grandes crisis migratorias que hay en los países de primer mundo, muchas de las veces la garantía de que te otorguen el estatus de asilado o de refugiado no depende de la ley o los acuerdos internacionales, si no del criterio del juez, y si a eso le aúnas que en la mayoría de los países de primer mundo, muy contrario a lo que se piensa, aún hay un enorme racismo, lo que implica que normalmente te enfrentas a un proceso que depende de un juez con prejuicios y una visión muy particular sobre la migración.

Algo que es triste y vergonzoso es migrar e irle a contar a la autoridad de otra nación que en tu país no pudiste obtener una vida exitosa, que en tu propio país te persiguieron, te vejaron, te violaron, te quisieron matar, te humillaron, te amenazan, te torturaron, y en muchos de los casos que he podido ver y presenciar en este terrible trance, he escuchado historias de personas que les mataron a toda la familia o le violaron a la hija o la esposa frente a ellos, situaciones sumamente traumatizantes, no es nada fácil ni cómodo, contarle a autoridades de otro país que el tuyo sus gobernantes, que el sistema político, judicial, legislativo, que todo es literalmente una mierda, es vergonzoso y triste, porque tengo la certeza que nadie quiere dejar su casa, ni sus seres queridos, su barrio, su trabajo, ni sus costumbres, sobre todo nadie quiere dejar su patria, nada más vergonzoso que suplicar ayuda a otra nación e ir a decir la porquería en la que unos cuantos han convertido a tu país.

Los que se quedan también sufren, no saben qué pasará contigo, no saben cómo estás, están en una oscura incertidumbre y en la mayoría de los casos, se quedan con el peligro latente de morir o ser encarcelados, pues los perseguidores y perpetradores normalmente se van contra tus seres queridos y siempre te golpea donde más te duele, en algunos de los casos, el estado, el crimen organizado, el desorganizado y el autorizado tienen los tentáculos muy largos y ni en otra nación estas a salvo, incluso a veces los perpetradores también emigran para perseguirte.

Los que se quedan, se quedan atrapados en el recuerdo, escarbando en los gusanos de la memoria los momentos y las vivencias con el que se fue, el que se queda, mantiene dolorosamente viva la presencia del que ya no está, porque es un duelo no sólo doloroso, triste y desgarrador, que desmiembran así a tu familia o tu vida, es una muerte lenta y a pausas, el que se va está muerto, porque aunque estés vivo no te pueden abrazar, no pueden mirarte a los ojos, acariciar tu cabello,  tomar tu mano y decirte te amo, tus hijos no los puedes ver ni acompañar en ningún momento, no los puedes cuidar y muchas de las veces tienes que mentirles sobre donde estas para no ponerlos en peligro.

El que se va, permanece lastimosamente incrustado en la reminiscencia del que queda, y este último se va luctuosamente con el que ya no está y no puede volver a ver, aunque sepa que está vivo, pues muchas de las veces pasan años para poder obtener tu estatus, durante ese tiempo y por historias que me han contado compañeros en el exilio, se te muere la madre, el padre, la esposa, incluso es doloroso escuchar a amigos cuyos hijos murieron durante el exilio, nada más aterrador que eso.

Y muchos se preguntarán por qué no migras o huyes con la familia, muchas de las veces no lo haces porque tampoco tienes la certeza de que pasará en el proceso; hay quienes lo hacen y tienen éxito, hay quienes dejan todo y pierden todo, pero durante el proceso las familias se terminan por destruir ya que muchas de las veces separan a padres e hijos mientras los procesan, hecho que resulta traumático y que causa daños severos y permanentes en las familias, que al final terminan por separarse.

Una de las claves en el periodismo o para quienes ejercemos esta hermosa profesión, es desvincularse (es lastimoso y triste pero muchas veces necesario) de tu familia cercana, es decir padres, hijos, hermanos, pareja, mantenerte lo más lejos posible de ellos, para que tus perseguidores o perpetradores se concentren en ti y no en tu núcleo familiar, suena irónico y doloroso pero siempre da resultado, mientras menos sepan de ti y menos información tuya tengan, son menos vulnerables ante tus agresores, sin embargo cuando toca huir con el núcleo familiar, es carga y ese sentimiento es doblemente doloroso y aterrador pues llevas no solo la responsabilidad de tu vida y libertad si no la de todos los miembros de tu familia también, incluso muchas veces en el camino a ponerte a salvo suceden muchas tragedias y pérdidas para las familias.

Hoy por hoy, México es un país que está envuelto en la violencia y en la tragedia de tener un gobierno federal incompetente, sumiso ante el crimen organizado, un presidente casi mesiánico que siente que es la rencarnación de Jesucristo, dueño de moral y guardián celoso de la verdad, México es un país expulsor de migrantes locales, pues existe un juego perverso en promover la migración, un juego que tiene que ver con los poderos, con los bienes y raíces, con la monetización de la tragedia de los que nos vamos, un juego que les conviene y que les ahorra mucho dinero en programas sociales y les genera entradas de dinero multimillonarias sin ejercer presupuestos en materia de inversión, pues ¿para qué invertir? Deja que la violencia crezca, que se vayan, quedémonos con sus propiedades, sus casas, sus pertenencias, ahorrémonos dinero en ellos, en seguridad social, dejemos de invertir en cuidarlos y garantizar sus derechos y recibamos toneladas de dinero producto de las remesas, todo sin invertir un solo peso, por eso la violencia, la migración y la corrupción van de la mano y son el nuevo modelo de negocio de la actual administración.

Ante esta lógica hemos visto cómo ha crecido de manera interminable la violencia en México, y como los índices de migración se han disparado de forma exorbitante, pero además hay otro botín oculto, la migración de otras naciones que se ven obligadas a pasar por México para llegar a la unión americana.

De los cientos de entrevistas que tengo con migrantes de otros países, cuyas nacionalidades conforman un crisol verdaderamente interesante, pues he entrevistado a rusos, turcos, chinos, iraníes, ecuatorianos, cubanos, peruanos, bolivianos, brasileños, guatemaltecos, hondureños, colombianos, nicaragüenses y  venezolanos, todos en su totalidad refieren que el lugar más peligroso por el  que tienen que pasar es México, pues las autoridades con la venia del presidente Andrés Manuel López Obrador, constituyen un botín político, económica y una mina de oro, de las autoridades migratorias, sanitarias, de secretaría de gobernación, los gobiernos estatales, municipales que se benefician solicitando dinero para supuesta ayuda a los migrantes y que de manera inmediata se roban y la ayuda nunca llega, un verdadero banco para los policías municipales, estatales, federales, para la guardia nacional, el ejército y la marina y el crimen organizado, pues estos miles de migrantes que cruzan diariamente por México y que en su mayoría pasan por nuestro país, son asaltados, vejados, humillados, violados sexualmente muchas de las veces, desaparecidos o utilizados como esclavos en campos de producción para metanfetaminas y cristal, sobre todo para el cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva generación.

Un negocio redondo para todos ellos, como dijimos líneas arriba, un botín político para el presidente, esclavos y futuros sicarios para los varones de la droga, mujeres gratis para los policías, el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, una caja chica para el Instituto Nacional de Migración, son un cardumen de sardinas en medio de muchos tiburones, pero todos coinciden que no tienen otra salida, tienen que pasar forzosamente por este infierno llamado México.

Imaginemos que de por sí es doloroso migrar y llegar a un país donde muchas de las veces no te quieren las autoridades pero te reciben porque no tienen otra opción pues hay signados tratados internacionales que los obligan a ello, no puedes regresar a tu país porque te matan o meten a la cárcel por el simple hecho de migrar, les pongo como ejemplo que en Irán te sentencian a muerte si regresas, en Venezuela te dan el estatus de traidor a la patria y te espera penas de diez años de cárcel y en el caso de haber sido funcionario público cadena perpetua, en Nicaragua la muerte o la cárcel, no es fácil vivir con esa idea de que si te deportan o te atreves a regresar, te espera un ataúd o podrirte en una cárcel, pero encima tienes que pasar por el vía crucis de México, pues créanme estimados lectores que hay historias de terror contadas por cientos de migrantes a este tunde teclas, que también migra huyendo de la violencia y de la lindura de gobierno que hay en México, por eso los entiendo hoy más que nunca, entiendo su sufriré, estoy también en sus zapatos y dimensiono también su dolor, los acompaño en esta dura travesía de buscar ya no una vida mejor, si no solo de conservar la vida y la libertad, esperando tal vez infructuosamente a que en algún momento, no sé cómo, ni cuando, las cosas cambien para bien.

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