Cuando las autoridades piden a los ciudadanos confiar en el 911 u otros números habilitados para denunciar de manera anónima actos delictivos en progreso o consumados, es porque a ellas les corresponde detener, investigar y enjuiciar a los presuntos responsables anteponiendo, claro está, seguridad para los denunciantes, porque la delincuencia, ya lo sabemos, una vez identificada y sancionada puede incurrir en represalias de pronóstico reservado.

Con ese ánimo el pasado miércoles 10 a las 8.53 a.m. llamé al 911 para notificar la media filiación de dos individuos que, momentos antes y con segueta recargable, intentaron introducirse a un domicilio ubicado atrás de la Bimbo, pero la llamada la contestó un operador que, insistente, pedía al que esto escribe “pruebas de que los sujetos cometieron un delito”…porque la policía no podría detenerlos nomás por sospecha.

Por más que expliqué las ilícitas intenciones de los ladrones y que había posibilidad de que la policía los ubicara, detuviera e investigara, me di por vencido y mejor colgué a sabiendas de que esas lacras seguirán sueltas y seguramente estarán acechando nuevas víctimas con herramientas en mano para robar o, peor aún, causar daños inimaginables a quienes sorprendan dentro de su domicilio.

Así es como van quedando estériles las oportunidades ciudadanas y de la policía para intervenir con prontitud contra maleantes de todo tipo que, valga tener presente, andan desatados y descarados robando por aquí, por allá y acullá…en muchas de las veces causando más daños económicos a las víctimas que el valor de lo hurtado…

La crítica, por supuesto, es propositiva; es para que se revise –si es el caso– el protocolo en la recepción de denuncias al 911 de tal forma que los operadores las procesen de inmediato y la policía actúe igual de rápido contra potenciales delincuentes en la inteligencia de que, si se trata de falsas alarmas, se investigue a los autores y el número telefónico utilizado se inhabilite hasta deslindar responsabilidades, previo acuerdo que todavía no alcanzan a entender y madurar como de alta prioridad y utilidad pública las autoridades y empresas dedicadas a servicios telefónicos.

Por otra parte y con dedicatoria a la policía municipal, sería extraordinario que, conociendo los horarios y modus operandi en que se desenvuelve la delincuencia común que tanto daño hace a la sociedad en general, los patrullajes preventivos (“para disuadir el delito”) ocurran en horarios nocturnos, de madrugada y pasado el horario en que la mayoría de la gente sale de su hogar para trabajar y con ello tener mayores probabilidades de interceptar y revisar a tanto malandrín que anda suelto…

Y si no es mucho pedir, que la mayoría de las patrullas que cuesta al ciudadano pagar por su renta y mantenimiento se aprovechen mejor, es decir, habilitarlas no solo cuando les toca turno a los policías que las tienen asignadas como si fuera de su propiedad, porque hay muchos policías que seguramente se desempeñarían mejor si patrullan…digo, si deveras se quiere hacer más con menos y avanzar contra la inseguridad y violencia que protagoniza una minoría de delincuencia malnacida, indeseable, non grata, etc. y que le gusta defender a no pocos que viven a costa de salarios que se cubren con el dinero de los ciudadanos. ¿O no?

 

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