Imagínese usted, estimado lector, que en una especie de revancha contra nuestra familia, la consanguínea y la política, de pronto empezáramos a reclamarles a nuestros padres y sus ascendientes los errores lo que cometieron en épocas pasadas y exigiéramos que nos pidieran perdón.

Algo así, y discúlpeme usted la comparación, está pasando con el gobierno mexicano que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Su insistencia en exigir del Gobierno de España y del Vaticano disculpas hacia el pueblo mexicano por la conquista de hace casi 500 años raya en la necedad y en una estrategia política de falsa reivindicación con los pueblos indígenas.

En este contexto, cabe recordar que en 2021 se cumplirán 500 años de que los españoles, bajo el mando de Hernán Cortés, sometieron por la fuerza, y con la ayuda de la religión, al pueblo Azteca, y causaron así la caída de la imponente Tenochtitlán, centro de la cultura Mexica.

A finales de marzo de 2019, López Obrador dio a conocer de manera oficial que había enviado una carta al rey de España para solicitarle que el gobierno de ese país ofrezca disculpas al pueblo mexicano.

Lo dijo en ese entonces, y lo ha repetido recientemente, en el marco de la fecha del 12 de octubre de este año, en que se recordó la llegada de Cristobal Colón, en 1492, a una isla del hoy archipiélago de las Bahamas.

¿De qué le sirve al pueblo mexicano que, eventualmente, ocurriera una “súplica” de perdón de España y de El Vaticano por las atrocidades cometidas hace cinco siglos? ¿Qué cambiaría de la historia?

La respuesta es simple: De nada serviría y en nada cambiaría la historia.

Lo que Andrés Manuel López Obrador impulsa con esta presunta reivindicación que busca hacia las comunidades indígenas de nuestro país es el deplorable acto de rumiar el pasado y escarbar en él para sacar rencillas inútiles que en nada mejorarán nuestra cultura e identidad nacional.

Por supuesto, los agravios que se cometieron por los europeos que llegaron al territorio del entonces imperio azteca, agravios de los que hay referencia en los registros históricos, nunca podrán aplaudirse y reconocerse como algo digno; pero, de eso a seguir culpando a las generaciones y a los gobiernos actuales hay mucha distancia y tiempo. Vaya, han pasado ya casi 500 años. Cientos de generaciones tendrían que cargar, desde el enfoque del Presidente AMLO, con la culpa.

El gobierno mexicano no puede, con una fatua solicitud de perdón por lo acontecido hace 500 años, devolverle a las etnias nacionales el progreso y los derechos que se les han negado durante la historia moderna de México.

Desde los Cucapah del Noroeste de México, en el valle de San Luis Río Colorado, Sonora, y en la zona de El Mayor, en Mexicali, Baja California, hasta los pueblos mayas de Yucatán, pasando por los Mayos de Sinaloa; Tarahumaras de Durango y Chihuahua; y los Mazahuas, Mixtecos y Zapotecos del Centro del país, todos han sufrido lo peor de las crisis económicas y de la galopante corrupción, sexenio tras sexenio, sin importar cuál partido ha gobernado el país o los estados donde esos grupos étnicos habitan.

El olvido oficial, la discriminación y la indiferencia de una buena parte de la sociedad mexicana hacia los grupos indígenas de nuestro país es, con mucho, responsable de la deuda histórica que todos, de alguna manera, tenemos con ellos.

En todo caso, que pidan perdón los cientos o miles de servidores y ex servidores públicos, entre ellos los expresidentes, por no haber logrado, durante decenas de administraciones federales, estatales y municipales, que las etnias vivan mejor que hace 100 años.

Si el presidente López Obrador quiere, de verdad, reivindicar a los grupos indígenas de nuestro país, lo primero que debe hacer es propiciar condiciones dignas para sus comunidades y promover los cambios legales que haya que hacer para que se protejan los sitios naturales, arqueológicos y culturales, –muchos de ellos considerados sagrados— que actualmente son arrasados por compañías extranjeras, entre ellas las mineras.

Los actuales conquistadores –españoles, estadounidenses y canadienses— son esas empresas mineras, por ejemplo, que llegan a comunidades rurales, muchas de ellas habitadas por grupos indígenas en condiciones de marginación y extrema pobreza, para apoderarse del oro, plata y cobre, solo por citar algunos minerales. Esta explotación de la minería por empresas extranjeras implica siempre una destrucción de los recursos naturales. Esta es la pelea que debe dar, aquí y ahora, el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Que se deje de exigir afuera de nuestras fronteras un perdón que, más allá del contexto romántico y auto flagelador, debería promoverse en nuestra identidad y hacia dentro de nuestro territorio.

Definitivamente, como Nación resultante del mestizaje debemos dejar de cargar con la culpa ancestral del choque entre las sangres española y mexica. No somos ya portadores de aquellos valores negativos y costumbres, que se dice, nos heredaron los conquistadores de hace cinco siglos.

Ojalá que el Presidente Andrés Manuel López Obrador entienda que seguir anclados en el pasado, sobre todo en ese pasado que dolió, no es, ni de cerca, una manera de apostarle al México próspero y progresista que prometió con su llamada “cuarta transformación”.

Recuerdo las palabras de María de Jesús Patricio Martínez, la vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI) de México, expresadas en marzo de 2019, como respuesta al anuncio del Presidente López Obrador respecto a la carta enviada al Rey de España.

“ (…) lo que debe hacer es dejar de despojar la tierra de las comunidades”, expresó la mujer indígena, mejor conocida como Marichuy, esto según la publicación de algunos medios nacionales.

Además, es propicio recordar una frase que se atribuye al histórico caudillo Yaqui José María Leyva Pérez, conocido como “Cajeme”, quien se sublevó a finales del siglo XIX en la zona de Guaymas y Valle del Yaqui. “Antes como antes y ahora como ahora”, decía, según consta en las referencias bibliográficas que sobre él existen.

Quizá sea el momento de que AMLO escuche, precisamente, la sabiduría de las etnias y en lugar de llevarlas a revolver el pasado, las impulse a construir un futuro justo.

jesus.manuel.anguloc@gmail.com
@JessManuelAngu3

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