En medio de la pandemia, Jaime Bonilla Valdez, gobernador de Baja California, hizo público su encono contra las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante la conferencia transmitida en Facebook Live el lunes 13 de abril: “Los médicos están cayendo como moscas [. . . ] el problema del IMSS afectó la salud en el estado, por lo menos aquí en Baja California [. . . ] no se ha puesto las pilas”. Esta frase se reprodujo en medios de comunicación de varios países y se viralizó en redes sociales. Fue el grito de auxilio de un gobierno rebasado por las circunstancias.

El Consejo Nacional para la Investigación en Ciencias de la Comunicación (Coneicc) recién ha publicado el Anuario de investigación de la Comunicación 2020, en la edición se incluye un artículo del autor de estos apuntes, denominado: “Cayendo Como Moscas: Representaciones Mediáticas y Sociodigitales de la Responsabilidad Social Universitaria en Tiempos de Covid-19”. Ahí se anota que, en el mismo tenor de la estrategia de comunicación gubernamental a nivel federal, en esta entidad fronteriza se implantaron transmisiones a través de medios y redes sociales en las cuales se publican diariamente datos de casos positivos y decesos; también se habilitó un portal informativo con recomendaciones y avisos. La línea discursiva durante los primeros meses de la pandemia fue luchar unidos contra la COVID-19 y estar alerta contra las acciones desinformadoras y de propagación de fakenews de los adversarios políticos, sobre todo los identificados con el Partido Acción Nacional (PAN).

No obstante, lo que ha quedado grabado, escrito y publicado, indica que las disputas mediáticas más fuertes del gobierno de Baja California, han sido contra autoridades federales del mismo partido MORENA y contra representantes de empresas maquiladoras. En medio, el personal médico ha tenido que sortear enormes retos por no contar con suficientes respiradores, equipamiento y materiales; además, de padecer contagios entre el personal, lo que ha provocado falta de enfermeras y médicos en el sector público.

En abril, la difusión sobre las carencias en la clínica 20 del IMSS en Tijuana, fue trending topic al circular un video en Twitter, en el que un actor mexicano leyó una carta enviada por un médico que clamaba ayuda. Al día siguiente, el gobernador declaró: “Están cayendo como moscas”.

Alguien se llevó nuestro mes de abril, vino mayo y Baja California registró al final de este mes 864 muertes y 5 mil 027 casos confirmados. Llegó diciembre y sus posadas, las cifras oficiales señalan que al día 4, se han registrado 4 mil 367 muertes y 26 mil 814 casos confirmados por COVID-19. Las autoridades impusieron nuevamente el semáforo rojo, el simbolismo de alerta máxima.

La comunicación gubernamental intenta controlar el comportamiento colectivo con una narrativa de convencimiento a través del miedo. Se habla de saturación en hospitales privados y públicos; largas filas para comprar oxígeno; órdenes imperativas de cese de actividades no esenciales -menos los casinos-; la prohibición de reuniones sociales de más de 10 personas y un enfático llamado de alarma para evitar las celebraciones navideñas en su modo de “vieja normalidad”.

Las representaciones de nuestros mundos, como las prácticas sociales que efectuamos día con día, son resultado de conflictos subjetivos y objetivos que se debaten entre necesidades y valores, entre deseos y limitaciones. La comunicación institucional y otras fuentes de información pueden activar esos conflictos, incluso pueden esforzarse en canalizar el desenlace hacia una actuación social distinta.

La estrategia y los discursos que el gobierno de Baja California ha puesto en marcha hasta ahora, difícilmente podrán redireccionar el comportamiento de amplios grupos sociales, en los que sus rituales cargados de tradición y arraigo emocional se hacen sentir con gran potencia. Como señala Randall Collins, los símbolos en ocasiones están llenos de magnetismo y otras veces se disipan entre el escarnio y la indiferencia.

*[No. 12/2020]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.

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