“El papá de mi hijo ya me había dicho que tenía muchos amigos en el poder, pero no pensé que fuera tanto”, comenta Mayra, una mujer que ha viajado a Mexicali desde Tabasco para recuperar a Tommy, su hijo de 5 años, pero se ha encontrado con abusos, burocratismo, “lentitud” de las autoridades por causa de la epidemia de COVID-19 e incluso amenazas del crimen organizado.

“Sí, lo acepto, fui una pendeja al aceptar que mi hijo estuviera unos días con su papá”, recuerda la mujer quien actualmente labora como perito en una dependencia federal, y en la cual pidió unos días de permiso para resolver su problema, aunque ahora teme quedarse sin trabajo “porque yo no pienso regresar a mi tierra sin mi hijo, tarde lo que tarde”.

Ella decidió hacer público su caso, luego de que vio que a través de los conductos legales su denuncia ha sido desdeñada. Incluso ha sido tratada como si ella fuera la delincuente, mientras que el papá de su hijo, un ex agente del Ministerio Público Federal, no es molestado.

A principios de marzo, ella accedió a la petición constante del papá de Tommy para que estuviera con él unos días. Desde hace años que la comunicación de ellos ha sido únicamente por temas del niño, y aunque ella lo denunció hace tiempo por haberla golpeado, confió en que por tratarse de su hijo las cosas serían diferentes.

Fue así como el niño viajó hasta acá con una tía que aquí entregó al niño a su papá, quien tiene su domicilio en el poblado Ciudad Morelos, en el Valle de Mexicali.

Las primeras semanas, narra Mayra, la comunicación con su hijo era diaria y lo veía muy bien, hasta que la epidemia de COVID-19 hizo que el vuelo de regreso de su hijo se postergara hasta finales de abril, lo cual inquietó a ambos.

“Yo trataba de darle ánimos a mi hijo, diciéndole que pronto volveríamos a estar juntos, pero yo lo veía ya desesperado por regresar”, recuerda la mujer. 

La situación se complicó cuando en una ocasión que intentó comunicarse con su hijo, el padre de éste se lo negó y le dijo que ya no se lo regresaría “y que le hiciera como quisiera…bloqueó mis llamadas y ya no pude volver a ver a mi hijo”, recuerda Mayra.

Comienza la pesadilla

No pasó mucho tiempo cuando comenzó a recibir mensajes amenazantes del papá de su hijo, advirtiéndole que no buscara más al niño, que tenía muchos amigos en el crimen organizado que domina el Valle de Mexicali y San Luis Río Colorado, y también en las corporaciones policiales, incluyendo la Policía Municipal, la Fiscalía del Estado, y que no podría hacer nada en su contra. Los mensajes llegaron acompañadas de fotografías que reforzaban lo que le decía, comenta Mayra.

Pese a las amenazas, la mujer decidió dejar Tabasco para viajar hasta Mexicali para recuperar a su hijo.

“Yo no sabía que su papá era así, que tenía ese tipo de relaciones y eso es lo que más me preocupa, que mi hijo esté en ese tipo de ambientes con gente violenta donde pudiera pasarle algo en cualquier momento”, explica la madre.

En los pocos días que lleva en Mexicali, se ha enterado que el papá de su hijo ha sido detenido en varias ocasiones por delitos federales y que siempre está armado, pues sigue haciéndose pasar por Agente del Ministerio Público Federal, pese a que ya fue dado de baja de la institución, pero sigue pidiendo apoyo a corporaciones policíacas como si lo fuera.

Pero lo que más le preocupa es las relaciones que el mismo papá de su hijo dice tener. Como ejemplo, dice Mayra, fue en el propio domicilio del papá de su hijo donde velaron el cuerpo de un narcotraficante que en vida había matado a dos policías. “¿Cómo cree que voy a permitir que mi hijo viva en este ambiente?”, exclama la mujer.

Un ejemplo de impunidad

La gota que derramó el vaso para Mayra, se dio el viernes pasado, cuando ella acudió a la casa donde tienen a su hijo y se dio cuenta que su papá no se encontraba a su cuidado y que las personas que estaban bajo su responsabilidad no le permitían verlo para saber que estaba bien.

En ese momento Mayra llamó al 911 para pedir que elementos de la Policía Municipal le ayudaran a intervenir en este conflicto. 

Después de varias llamadas sin respuesta, por lo menos siete unidades de la Policía Municipal llegaron al lugar pero en lugar de atenderle, llegaron encañonándola a ella, a un amigo con discapacidad que la había acompañado y al chofer del Uber que la trasladó hasta ese domicilio.

“Yo veía que el policía al que le hacían caso los demás, iba y platicaba con el abuelo del niño que le daba instrucciones. Luego nos revisaron todas las pertenencias y el carro casi lo desmantelaron, al parecer buscando una pistola”, narró la mujer.

Fue así que de víctima, los policías municipales la trataron a ella y a sus acompañantes como delincuentes. A su acompañante que iba en silla de ruedas, lo obligaron a bajar y lo dejaron en el sol durante más de una hora, mientras que al chofer del taxi lo golpearon entre dos policías. De todo esto, dijo la mujer, hay grabaciones tomadas por cámaras  que el mismo chofer del Uber instaló para su seguridad.

Después de mucho tiempo al domicilio llegó el papá de su hijo, quien después de mucho insistirle, permitió que ella lo viera de lejos. “Lo miré triste, como nunca antes, pero ni así los policías quisieron ayudarme”, narra la mujer, mientras aprieta en sus manos los papeles de la denuncia que después levantó ante la Fiscalía estatal. 

Finalmente, esposados, se llevaron a sus acompañantes a la jefatura de Ciudad Morelos, mientras que a ella la entrevistó una agente de la Unidad de Violencia Intrafamiliar (UVI), quien finalmente le dijo que no podía hacer nada para ayudarle.

Ya en la Jefatura de Policía, un jefe policíaco los entrevistó y al escuchar el motivo por el que estaban ahí, ordenó que fueran puestos en libertad de inmediato. “Él, un policía alto, de tez blanca y lentes de aumento, fue el único que nos quiso escuchar,  los demás parece que recibían instrucciones de la familia del papá de mi hijo”, comentó.

Mayra señala que después de todo lo ocurrido, el papá de su hijo se comunicó con ella para decirle que fue gracias a su amistad con la directora de la Policía Municipal y con jefes la Fiscalía estatal, que la habían tratado así, por lo que volvió a amenazarle para que desistiera en recuperar a su niño.

“Yo no quiero problemas, lo único que quiero es que me devuelva a mi hijo y si por eso tengo que perder mi trabajo, ni modo, pero no me pienso ir de aquí sin él”, dice entre sollozos Mayra, quien reconoce, a diario se lamenta por haber confiado en el papá de Tommy.

Por ese motivo, dijo que ya puso la denuncia correspondiente en Ciudad Morelos, pero por ser fin de semana no le han podido informar qué sucedería, y que este domingo acudiría ante la Fiscalía General de la República también a denunciar los hechos. 

Mayra hizo un llamado a las autoridades para que atiendan su caso y demuestren que es falso lo que el papá de su hijo presume.

Y aunque también está poniendo en juego su seguridad al hacer esto público, insiste: “Yo no quiero problemas con nadie, ni con las autoridades ni con el crimen organizado, yo lo único que pido es que vean por la seguridad de mi hijo y que lo saquen de donde está, porque ahí corre peligro”.

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